Parecían legión los que ya estaban pidiendo la cabeza de Mendilibar en bandeja de plata, bajo la acusación de haber confeccionado una plantilla no acorde a las exigencias de Primera. No es que el triunfo en Barcelona y, sobre todo, la delicada situación clasificatoria animen a pensar ahora justamente lo contrario, porque eso sería caer en ese mismo vacuo argumento esgrimido por los detractores del zaldibartarra.

Lo que sí es cierto es que nadie tiene la varita mágica para transformar de la noche a la mañana a una plantilla con un buen número de novedades y algunos jóvenes jugadores, verdes todavía para el máximo nivel, en un conjuntado grupo que rinda a las primeras de cambio.

A algunos se les olvida que retener a Raúl García era misión imposible, que hacer lo propio con Ibrahima cuando su nuevo equipo le ofrecía el triple de sueldo tampoco era factible, que haber renovado a Sergio por una temporada hubiese sido una operación deficitaria y que, si somos coherentes con la que está cayendo, Nekounam tenía que rebajarse el sueldo.