Josu Imanol Unanue Astoreka Concejal de Bildu
Por unos granos de arroz
El arroz se ha convertido en algo más en este caso: son dardos a la conciencia de los graciosos que ven vicio en el mero hecho de querer optar por una u otra opción sexual
La derecha, la derecha extrema, la radical, la rancia, la biempensante, esa derecha inmóvil y avinagrada, siempre es contraria a que haya gente diferente a ellos. Y en eso no engañan; la derecha, defínase como se defina o se camufle, es la misma de siempre. La derecha en sus infinitas versiones, siempre se une al triunfador y golpea al necesitado, al que más necesita.
La derecha amparada en los sectores más radicales religiosos, de la religión que sea, siempre reclama, en nombre de Dios, cualquier idea para imponerla, aunque conlleve represión o sufrimiento. Así incluso nos hablan de cómo hemos de vestir, comer o que la relación sexual solo ha de ser para procrear.
Esa idea cruel, con mil transformismos según el momento, que ni los diccionarios son capaces de definirlos, solo gana, sabe ganar y apuesta en nombre de las mayorías «normalizadas». Es la ideología que se autodenomina de centro, demó- crata, liberal, moderada... pero que estos días, una de ellas, definida como PP, ha perdido una pequeña batalla en el Estado, esta vez por negar unos pocos granos de arroz a quien se siente con derecho a la felicidad y opte por el rito del matrimonio, aun siendo del mismo sexo.
No pensemos que son granos de arroz para que coman todos los necesitados, sino que son los que comen las palomas de cada localidad, generalmente cerca de los ayuntamientos y que representan la fertilidad que muchos no deseamos o no podemos simplemente tener.
El PP, la versión más ultraconsevadora de la ideología que discrimina a parte de la sociedad, según seamos ricos o pobres, de uno u otro continente..., reclamaba hace siete años lo que muchos han hecho y hacen toda la vida y sin tapujos: que parte de esta sociedad sea acallada y ninguneada, por su opción sexual.
Ahora, el mismo tribunal de lamentables decisiones contra este pueblo les niega razones y en un ejercicio de metamorfosis humana, hasta ellos mismos aplauden con las orejas la decisión.
Me imagino y espero que quede el recuerdo de las bravuconadas de Rajoy y compañía, el ejemplo de comparar peras y manzanas, etc., pero también el mismo recuerdo de por vida para los que durante generaciones han insultado sin límites a una parte de la población mundial, generación tras generación, y que nos lleva incluso a la muerte física cuando no a la más extrema de las discriminaciones, solo por querer a gente del mismo sexo.
La lucha en sí contra este absurdo llevada por los sectores afectados ha sido, y es, valiente. Es la misma lucha que se lleva por la justicia social y por reclamar derechos, que a todos nos deberían importar por igual.
Los granos de arroz que aparecen a veces en el suelo en los locales donde se han celebrado matrimonios, son todo un grito para los desfasados ideólogos o homófobos del mundo, que piden el castramiento para un sector de la población, cuando no la desaparición física de los que no somos ni queremos ser iguales a estos retrógados.
El arroz, alimento básico de la humanidad y que evita a veces hambrunas, se ha convertido en algo más en este caso, son dardos a la conciencia de los graciosos que ven vicio en el mero hecho de querer optar por una u otra opción sexual.
Se están dando pasos desde muchos sectores y personas que han dado un ejemplo de lucha contra la discriminación, pero es bueno recordar que aún abundan los que siguen optando por el nulo pensamiento y el chiste fácil, son muchos los que callan una u otra discriminación y también son estos los que añaden sufrimiento a las personas afectadas y lamentablemente como se ha visto, tienen apoyo y cobertura ideológica.
Por ello, aún hoy en día hay gente enferma que se entromete en las decisiones ajenas, los casos de agresiones, insultos, etcétera persisten y son ampliamente conocidos y habitualmente callados.
En cada lugar del mundo hay personas silenciadas por leyes injustas o como recordamos, personas que imponen su violencia verbal o física; por ello, es justo y necesario reclamar respeto para todos. Igualmente, que se deje de argumentar aquellas decisiones y opiniones que no respetan a uno u otro coletivo. Lo que nos debe unir, justamente, es la diferencia y el derecho a ser discrepantes con la mayoría social que se pretende inponer como normalizada.
Los granos de arroz negados en vida a muchos, que sean alimento de por vida para todos.