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Soberanía energética, más allá del mito oficial de la Nafarroa verde

La Fundación Sustrai Erakuntza está trabajando en la elaboración de un informe que recoge la necesidad de soberanía energética frente al actual modelo despilfarrador. «Nos hemos centrado en el ámbito de Navarra, pero puede ser extrapolable a toda Euskal Herria, al nivel local o a cualquier otro ámbito», explica Pablo Lorente, que hoy dará a conocer el informe a las 19.30 en Zabaldi (Iruñea).

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Martxelo DÍAZ

El documento de la Fundación Sustrai Erakuntza «incluye una fotografía actual de la situación energética de Navarra, detallando la evolución histórica de los consumos, así como todas las formas de producción», explica Lorente.

El análisis de Sustrai parte de la evidencia de que ni las administraciones públicas ni las empresas energéticas transnacionales han velado por el interés general de las personas, sino que han especulado con un bien de primera necesidad que pone en juego la vida de los seres humanos y el mantenimiento del equilibrio ecológico del planeta.

De este modo, Sustrai aboga por una política energética que asegure mínimos básicos. El primero de ellos es el derecho energético, esto es, el derecho que tienen las personas de disponer de la energía que se requiere para cubrir sus necesidades básicas. El segundo consiste en la seguridad energética, basado en el abastecimiento de los recursos necesarios para la generación de la energía básica necesaria.

El estudio de Sustrai deja en evidencia que la dependencia energética de Nafarroa es del 83%, superior a la del Estado español (80%) y la de la Unión Europea (50%). Esto quiere decir que el 83% de la energía que se consume en Nafarroa es importada, un hecho que constata con la consigna oficial de que Nafarroa es autosuficiente energéticamente y que incluso exporta energía. Lo cierto es que parte de la energía que se genera en Nafarroa se exporta, pero al mismo tiempo el herrialde tiene que importarla. «El balance no es tan verde como lo pintan», destaca Lorente.

De este modo, el 44% de la energía primaria que se consume en Nafarroa corresponde al gas natural, que tiene su origen en Argelia, Nigeria y los países del Golfo Pérsico y es empleado fundamentalmente (60%) en las centrales térmicas de Castejón para la producción eléctrica.

El segundo gran consumo energético corresponde al petróleo, con un 35%, principalmente empleado en el transporte y con origen en yacimientos de Rusia, Irán, Arabia Saudí y México.

El 4% restante corresponde al carbón y al coque. El primero proviene de explotaciones mineras, como las asturianas actualmente en proceso de desmantelamiento, mientras que el segundo es un subproducto obtenido en las refinerías del petróleo. La cementera de Olatzagutia es el mayor consumidor de coque de Nafarroa.

A ello hay que añadir que otras energías utilizadas en Nafarroa como el biodiesel, el biotenol o la biomasa son importadas. Tan solo el 11% de la biomasa se genera y se consume en Nafarroa.

«A pesar de que menos del 17% de la energía primaria se genera en Navarra, el Gobierno de Navarra y las empresas del sector han invertido en una imagen de modernidad, progreso, limpieza y sostenibilidad, que ha servido para mantener la especulación energética (ofertar siempre por encima de la demanda real), pero adoptando tintes verdes», destaca Lorente, que subraya que «ahora se habla mucho de la burbuja inmobiliaria, pero también existe una burbuja verde».

En este contexto, Sustrai aboga por un nuevo modelo en el que se erradique el sobreconsumo energético, se frene el fomento de industrias generadoras de energía con sistemas que atentan contra el medio ambiente -mediante el uso de combustibles fósiles o la instalación de grandes instalaciones de energías renovables en zonas medioambientalmente delicadas-, la sanción a empresas energéticas por los impactos ambientales y sociales que han generado y el desarrollo y la utilización democrática de energías limpias, descentralizadas, renovables y de bajo consumo.

«El objetivo es crear un modelo en el que la producción energética está pegada al terreno», resume Pablo Lorente. De este modo, no serían necesarias macroinfraestructuras de transporte energético como las líneas de alta tensión, «que son el equivalente del TAV en el transporte».

Principio de las tres erres

Para ello, Sustrai propone un modelo basado en las tres erres de la energía: reducción, reordenación y renovables.

En lo que se refiere a la reducción, se destaca la necesidad de analizar y determinar los consumos energéticos reales a nivel de vivienda, barrios, municipios, valles y comarcas. En este apartado, se propone una planificación de la rehabilitación energética de la vivienda, el refuerzo de campañas educativas y la paralización inmediata de macroinfraestructuras como el TAV.

Tras conseguir esa reducción, se aboga por la reordenación, aplicando medidas para la eficiencia energética, apostando por la generación en pequeñas pero numerosas instalaciones cercanas a los puntos de consumo para reducir pérdidas en la distribución. Para ello es necesario un cambio de hábitos abandonando el crecimiento continuo capitalista. En la tercera fase, se hace una apuesta por las energías renovables como alternativa real a los fósiles, la importación y la sobreelectrificación, superando un modelo centralizado y de oligopolio. «Se trata de que las personas y los pueblos recuperen autonomía y decidan su futuro», añade Lorente.

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