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Raimundo Fitero

Dimitir

 

Empiezo a tener dudas sobre el verbo dimitir cuando se conjuga en la BBC. Tantas dimisiones seguidas empiezan a crear un manto de incertidumbre. La cadena de mando debe tener unos fusibles para que se vayan delimitando las responsabilidades. Es un ejercicio de lógica, porque no se puede estar cambiando de director general cada dos meses. En esta semana han caído el susodicho director general, una directora de informativos y un redactor jefe. Quizás el motivo sea justificado: implicar erróneamente a un diputado en un asunto de pederastia. Grave desliz, error o intoxicación, pero el resultado de la asunción de responsabilidades es todavía peor para la entidad. Y cuesta entender desde aquí que se restituya la credibilidad de un ente a base de estas dimisiones.

Claro que mirado desde un lugar en donde los cargos no dimiten por nada, esta actitud británica nos deja descolocados. Porque asumir tu responsabilidad por la emisión de un documental, es un acto casi de soberbia, en el sentido de que se sobreentiende que un director general debe controlar todos los contenidos de una cadena de esas dimensiones, labor que me parece imposible de conseguir. Por lo tanto habrá en la cadena de mando alguna negligencia, alguna connivencia, algún fallo en el rigor. Y el equipo de redactores, editores y directores del programa son los primeros responsables de esa emisión.

Visto desde otro punto de vista, que el máximo responsable asuma estos fallos con la dimisión puede considerarse un ejercicio saludable, una limpieza por encima de consideraciones circunstanciales. Si eres el jefe, ganas un sueldo por ello, los éxitos y los fracasos son asumidos de la misma manera. Intento recordar cuándo ha dimitido un cargo de esta entidad en algún ente cercano o lejano, y no lo recuerdo. Los dimiten con un motorista, llegan hasta las puertas de los juzgados, se enquistan, pero nadie reconoce un error. Es la diferencia notable. Por eso la credibilidad es todavía menor. Por eso no se discute de estos asuntos en ningún lugar. Los entes públicos son tan opacos como el mundo político tan encharcado y maloliente. Y meteduras de pata del mismo calibre han existido varias.