vulneración de derechos de los presos palestinos
«Desde 1967, más de 800.000 palestinos han sido detenidos por Israel»
Asociación de apoyo a los palestinos Addameer
Ala I.N. Jaradat es miembro de la asociación de apoyo a los presos palestinos Addameer. Fue uno de los ponentes en el foro organizado el pasado fin de semana en Donostia por Mundubat bajo el lema «Bienes comunes: luchas sociales y reivindicaciones». En él expuso la cruda realidad de los prisioneros en las cárceles israelíes.
Ainara LERTXUNDI | DONOSTIA
Ala I.N Jadarat conoce de cerca la política penitenciaria israelí y los diferentes sistemas legales que emplea con los ciudadanos israelíes y palestinos. La asociación a la que representa, Addameer, ofrece apoyo a los presos y trabaja por el cumplimiento de los derechos humanos, sistemáticamente conculcados por la ley marcial impuesta en los territorios ocupados y por una Autoridad Palestina a la que acusa de «connivencia» con la ocupación. En entrevista a GARA, afirma que los presos son «el aspecto menos conocido de la ocupación israelí, porque no están a la vista de nadie».
Khader Adnan y Hana Shalabi, así como cientos de presos palestinos, se declararon en huelga de hambre en contra de la detención administrativa y las duras condiciones de vida. La vida de muchos de ellos corrió un serio peligro. ¿Ha cambiado en algo esa situación desde la firma del acuerdo con Israel?
A raíz de las huelgas de hambre, la situación mejoró algo, pero poco tiempo después, Israel volvió a aplicar la misma política penitenciaria de siempre. Ciertamente, ha habido mejoras en cuanto a las visitas familiares. Tras años de prohibición, los presos procedentes de Gaza pueden ahora recibir la visita de su familia una vez al año. Es un paso relativamente positivo. En cuanto al aislamiento, tras el acuerdo al que llegaron para poner fin a la huelga, muchos presos que estaban en aislamiento fueron trasladados a celdas comunes, pero ya hemos vuelto a la situación anterior. Lo mismo podríamos decir de la detención administrativa que permite mantener a una persona en prisión por tiempo indefinido sin presentar cargos en su contra. Tampoco ha variado el trato que se dispensa a los presos políticos y sus familias. Sigue habiendo hacinamiento, continúan negando el derecho a la salud y a la educación, no permiten el contacto de los presos con el exterior, les prohíben las llamadas telefónicas, las cartas a sus familiares son previamente abiertas y revisadas y el aprovisionamiento de alimentos es insuficiente.
Su protesta llevada casi hasta el extremo acaparó la atención de los principales medios de comunicación internacionales y, durante unas semanas, la situación de los presos políticos palestinos estuvo en la agenda mediática y de la clase política.
Los medios corporativos buscan historias con las que lucrarse y no molestar a los políticos. En las primeras tres semanas de la huelga, ignoraron la huelga de hambre de Adnan. Después de que periodistas israelíes se hicieran eco de su protesta, tomaron conciencia de que se trataba de algo serio. Los medios necesitaban noticias sobre Palestina y vieron en Adnan un buen filón, presentándolo como un líder emergente, que, además, estaba en prisión. La huelga de los presos palestinos también centró la agenda de los políticos en parte porque no querían que la situación se les escapara de las manos y temían que se convirtiera en algo mayor. No querían distracciones y que la imagen de Israel quedara dañada con la muerte de presos, con las denuncias de abusos etc.
En la conferencia que ofreció en Donostia tildó de «calamitosa» la situación de los presos palestinos. ¿Por qué?
Los abusos físicos, la tortura y la negación a la salud son las vulneraciones más extremas. En general, la atmósfera que se respira en prisión no permite el desarrollo de la persona. No hay espacio ni tiempo para actividades recreativas, la higiene es desastrosa... A los presos les niegan los controles médicos, lo que, dicho por ellos mismos, supone una muerte a cámara lenta, una especie de pena de muerte en suspenso.
Tales condiciones son aún peores en el caso de las mujeres.
Las prisiones están diseñadas por y para los hombres, por lo que las mujeres detenidas sufren el doble o el triple. La mayoría de los guardias son hombres y no tienen interiorizadas las necesidades específicas de las mujeres presas. Además, al ser numéricamente inferiores al colectivo de hombres presos, a las autoridades penitenciarias les resulta más fácil aplicar contra ellas técnicas de opresión porque la oposición es menor.
Se estima que desde 1967, 10.000 mujeres palestinas han sido arrestadas bajo la ley marcial israelí. Entre los años 2000 y 2009, las fuerzas de ocupación israelíes detuvieron a más de 750 mujeres. Tenemos nueve mujeres presas en la cárcel de Hasharon, en el centro de Israel. La administración penitenciaria no les garantiza su derecho a la salud ni sus necesidades en cuanto a la higiene. La falta de aire puro, la humedad en invierno, el calor en verano, los insectos, la suciedad y el hacinamiento suelen derivar en cuadros de reumatismo, problemas dermatológicos y ginecológicos. Si durante el periodo de detención son sometidas a palizas, insultos, amenazas, violencia sexual y humillaciones para arrancarles una confesión, en prisión sufren cacheos intimidatorios que, en ocasiones, se producen en medio de la noche en forma de castigo añadido. No se respetan ni se tienen en cuenta sus tradiciones, creencias religiosas, culturale... Recuerdo, por ejemplo, el relato de una presa palestina a la que obligaron a presenciar el saludo entre una guardia mujer y otro varón. Ver a esas dos personas, de sexos opuestos, besarse y tocarse como forma de saludo fue para ella una escena realmente violenta, la vivió como un abuso sicológico y emocional. Y ellos lo sabían.
¿Qué efectos sicológicos produce esta vulneración de derechos?
En los últimos 45 años, más de 800.000 palestinos han sido detenidos en virtud de la ley militar israelí en los territorios ocupados, lo que supone aproximadamente el 20% del total de la población palestina en los territorios ocupados y el 40% de la población masculina. Con estos porcentajes tan elevados, las secuelas se dejan sentir en toda la sociedad, lo que, a su vez, hace más fácil la recuperación porque la sociedad se ayuda a sí misma. Pero hay grupos -niños, mujeres y presos con detenciones administrativas- más expuestos a padecer los efectos sicológicos de esta estrategia. Este régimen de detención permite mantener a una persona en prisión sin cargos por un periodo inicial de seis meses. Cuando está por vencerse, uno o dos días antes e, incluso, en el mismo día les dicen que les han prorrogado la detención administrativa. Cuando te detienen no solo desconoces los motivos sino que tampoco sabes cuándo saldrás en libertad. Esperas uno, dos, tres... seis meses y, al final, resulta que debes seguir en prisión. Aunque en esas circunstancias la persona intenta concienciarse de que no será liberada y de que le renovarán la detención administrativa, cada nueva decepción hace mella en ella. Hay muchos casos en los que sacan al preso de su sección, le llevan por los pasillos, cumpliendo los pasos habituales en las excarcelaciones y, por tanto, haciéndole creer que será liberado para, acto seguido, decirle que le han prorrogado la detención. Hay otros en los que el preso traspasa los muros de la prisión para, inmediatamente, toparse con un vehículo militar y ser detenido por otro cuerpo de inteligencia, que le aguarda con una sonrisa. A otros les permiten llegar a sus lugares de origen y ser recibidos por sus familiares y amigos para después ser detenidos por militares israelíes vestidos de civil que les estaban esperando a escasos metros de su vivienda. Los efectos sicológicos van más allá de la persona detenida, que suele tener hijos, esposa... que le estaban esperando. Por ello, muchos prefieren una cadena perpetua a vivir en esa incertidumbre. Esa situación es la que llevó a Adnan a declararse en huelga de hambre. Llegó un momento en que se plantó y dijo que prefería morir a aceptar este tipo de detención.
Ha recorrido diversos países exponiendo la situación de los presos palestinos. En los encuentros que ha mantenido, ¿ha percibido suficiente conocimiento sobre la realidad de las cárceles?
Por lo general, en los lugares que he visitado no se sorprenden de las condiciones de vida de los presos, que en mayor o menor medida ya conocen o se imaginan. De lo que sí se sorprenden es de la brutalidad del sistema legal israelí. No es fácil de entenderlo. Incluso, la mayoría de los activistas que nos visitan lo desconocen. No se suele profundizar en la lectura de los informes que realizamos sobre la materia y muchos se quedan solo en historias personales sin dibujar el mapa completo de la legislación penitenciaria, aspecto que requiere de mucha lectura y estudio. Sorprendentemente, he percibido un mayor desconocimiento en países de habla inglesa como Estados Unidos y Canadá, pese a que la mayor parte del material sobre la causa palestina está en inglés.
Los presos son el aspecto menos conocido de la ocupación, porque no se ven. No vienen acompañados de imágenes como cuando se habla del muro, de los checkpoints, de los problemas sanitarios, de la agricultura... que son consecuencias de la ocupación que la gente puede percibir y experimentar cuando nos visita o que las ve en las noticias. Pero los presos no se ven, si bien junto a los militares y los colonos forman parte de la estrategia israelí para mantener la ocupación y colonización.
Es también muy crítico con la Autoridad Palestina y las agencias de seguridad palestinas, a quienes acusa de connivencia con la ocupación. ¿Por qué?
No se trata solo de la ocupación. Un opresor es un opresor y quien viola los derechos es un violador independientemente de su identidad. Aunque no hubiera ocupación, criticaríamos igualmente los métodos de la Autoridad Palestina, de su Gobierno y sus agencias de inteligencia. Los arrestos de carácter arbitrario aumentaron de forma dramática a raíz de la lucha interna entre los palestinos. Desde que Hamas se hizo con el Gobierno de Gaza en 2007 expulsando a la Autoridad Palestina, esta ha detenido a más de 10.000 militantes de Hamas. Además, son habituales las denuncias de torturas por parte de miembros del grupo islamista a manos de la Autoridad Palestina. En Cisjordania, hay un policía por cada 80 habitantes, uno de los índices más altos del mundo. Denunciamos las detenciones políticas, la tortura, la ausencia de un proceso justo y debemos trabajar para poner fin a estas prácticas. La población palestina, en general, se siente obligada a luchar contra la ocupación y a favor de la libertad. Pero son nuestro propio gobierno y fuerzas de seguridad quienes actúan contra esas aspiraciones. Resulta incomprensible que durante una movilización no violenta seas oprimido por quien es tu vecino, por quien vive en tu misma localidad, por quien conoces. Hay una connivencia entre los ocupantes israelíes, la Autoridad Palestina y la comunidad internacional. Cuando hablamos de derecho a la autodeterminación, nos referimos al derecho a elegir nuestro sistema político y legal, que no tiene por qué ser el mismo que tienen en España, Francia o EEUU.