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nueva sede de la academia de las artes y las ciencias

La Torre Olaso de Bergara acoge a los ilustrados del siglo XXI

La Torre Olaso de Bergara es la nueva sede de Jakiunde, la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras; un órgano todavía joven que busca ser un foro de referencia intelectual para nuestra sociedad. Y con vistas a largo plazo.

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Amaia EREÑAGA | BERGARA

Situada en el elegantemente remozado casco urbano de Bergara, donde parece como si se hubiera decidido desempolvar y exponer a la luz todas las casas señoriales, edificios singulares y adoquinados de la histórica villa mahonera -Bergara ha tenido tradicionalmente un aire más señorial que el resto de la comarca, pero ahora puede que más incluso-, la Torre Olaso (siglo XV) se alza con un encanto especial, un no sé qué que siempre te hacía pararte ante la fachada de este palacio y rodearlo. No era difícil dejarse llevar por la imaginación y fantasear con las historias que se vivieron entre sus paredes, ni retrotraernos, por ejemplo, al siglo XVIII, concretamente a 1764, cuando Xavier María de Munibe e Idiáquez, el conde de Peñaflorida, leyese en uno de sus salones el Ensayo de 1764, donde se fijaba el ideario de la Bascongada de los Amigos del País, una sociedad pionera en la época. El anfitrión, un Olaso, miembro de un linaje de poder guipuzcoano.

Primero en Azkoitia, donde montó el germen de la Bascongada en las tertulias con los otros dos «caballeritos de Azkoitia» -José María de Eguía, marqués de Narros, y Manuel Ignacio Altuna- hablaban los lunes de matemáticas, los martes de física, los miércoles se leían obras de historia... y luego en Bergara, donde residió hasta su muerte en 1782, el conde de Peñaflorida fue un erudito y un hombre de la Ilustración, un convencido en la tarea ímproba de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón.

Bergara se convirtió en un centro intelectual, de investigación en química, matemática, mineralogía y física en los siglos XVIII-XIX gracias al Real Seminario montado por aquellos ilustrados. Allí precisamente, en sus laboratorios, en 1783, los hermanos Elhuyar consiguieron aislar el nuevo elemento de la tabla de elementos: el wolframio.

Unos ilustrados de los que se sienten herederos otros intelectuales de la actualidad que, de alguna manera, se podría decir que han vuelto «a casa». Lo cierto es que la instalación de la sede de Jakiunde, la Academia vasca de las Ciencias, las Artes y las Letras, en el ático de la Torre Olaso parece hasta algo natural, vista su historia. El anfitrión, en esta etapa de la historia, es la Fundación Torre Olaso; una fundación que, con el objetivo de promover el euskara y nuestra cultura, gestiona el legado de Telesforo de Monzón (1904-1981), el histórico y emblemático escritor y líder abertzale muerto en el exilio. Monzón legó su casa -por cierto, bastante dañada durante el franquismo-, con su archivo, toda una joya, a la fundación que preside José Luis Elkoro, otro histórico dirigente abertzale y exalcalde de Bergara.

El valioso patrimonio bibliográfico de la Torre Olaso está a cargo de Euskaltzaindia desde 2008, gracias a un acuerdo de colaboración con la fundación. Mientras, desde el pasado otoño, al palacio se le han realizado varios importantes arreglos, de forma que su ático se ha convertido en una zona de despachos y una sala de conferencias de 125 metros cuadrados con capacidad para un centenar de personas que la fundación comparte con Jakiunde. Con un presupuesto de 500.000 euros, financiado por Kutxa, lo que se ha hecho es fundamentalmente reparar las cubiertas y las ganbaras, muy afectadas por el paso del tiempo. En la planta baja se ha habilitado un espacio de recepción, que no interfiere en las otras partes de la vivienda, y un ascensor permite el acceso al último piso.

José Luis Elkoro, pese a las especiales circunstancias en las que se encuentra, asistía ayer como anfitrión a la presentación ante los medios de comunicación de la nueva sede de la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras. Desde que en 2010 fuera puesto en libertad por motivos de salud, una pulsera telemática colocada en su tobillo controla el espacio físico en el que se puede mover. Tampoco puede participar en actos políticos. A las 13.00 horas debe volver a casa, porque de facto cumple arresto domiciliario. Elkoro es uno de los condenados en el polémico macroproceso 18/98. Ayer al mediodía recomendaba, pese a todo, a los presentes que se impregnen de la «esencia de este lugar» y les pedía que «continúen levantando este país».

Continuadores confesos del espíritu del conde de Peñaflorida, los académicos de Jakiunde abogan porque «el edificio de las ideas no sea descuidado en épocas como la actual de crisis», como apuntaba ayer el físico Pedro Miguel Etxenike, presidente de Jakiunde desde su fundación en 2007 y al que, desde abril pasado, sustituye un bergarés, el catedrático de Química Física de la UPV Jesús María Ugalde. Este último reconocía ayer que el «tempo» de una academia de estas características es lento, y que, en sus objetivos, mira más hacia el futuro que a corto plazo.

De momento, están todavía en sus inicios, aunque fijó en 4-5 los años que faltan para que su organización interna haya cuajado, hasta que terminen de completar los 80 académicos que se han fijado como meta. Con las nuevas incorporaciones serán 56, todos ellos de primer orden en sus especialidades. El próximo viernes celebrarán su segundo pleno anual, donde se les investirá. En Bergara de nuevo se pasean los sabios.

FORO

Con 56 académicos de reconocido prestigio científico, artístico y literario, en sus cinco años de andadura la academia se ha construido como un foro de reflexión, análisis, diagnóstico y asesoramiento al más alto nivel sobre los grandes retos de las comunidades científica, artística y literaria. Su próximo reto: hacerse más visible.

Los académicos miran a los jóvenes

Creada en 2007 por iniciativa de Eusko Ikaskuntza, Jakiunde cuenta con el apoyo de las siete universidades vascas. De hecho, entre sus académicos figuran sus rectores, junto a los premios Príncipe de Viana, premios Eusko Ikaskuntza o Euskadi de Investigación; es decir, especialistas de prestigio en diferentes ámbitos. Busca ser un órgano asesor al más alto nivel y convertirse en un foro de referencia para la sociedad, cuyos miembros reflexionen conjuntamente y emitan opiniones sobre los grandes y nuevos retos de la comunidad científica, literaria y artística y de la sociedad en general. Darse a conocer a la sociedad es, quizá, uno de los «deberes» de Jakiunde. Un vistazo al trabajo realizado hasta ahora sorprende, debido a la importancia que le ha concedido a la educación, a los jóvenes, en concreto. Con iniciativas como Topaketak, estudiantes de los últimos años de enseñanza media y primeros años de universidad han podido compartir experiencias con artistas como Esther Ferrer o científicos como el propio Etxenike. Con iniciativas como Jakin-mina, cada centro escolar elige a cuatro estudiantes que participan en una especial academia interdisciplinar. Más información en www.jakiunde.org A.E.

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