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Raimundo Fitero

Salvaje

 

Me preguntan con cierta preocupación en mi entorno por mi tendencia a mirar los canales de la extrema derecha española, y la verdad es que me cuesta argumentar algún razonamiento que vaya más allá de una leve noción tactista: conocer al enemigo. Pero hay momentos y circunstancias en donde acudo a ellos, en las noches otoñales, porque retratan de una manera nítida la situación real de una parte del poder en el reino de España, en donde aparece libre de ataduras la rabia, el odio, el pensamiento más cafre, canalla y salvaje de la extrema derecha que va bastante más allá del neo-franquismo, y parece un preludio objetivo de una intentona golpista.

Hay presentadores de algún programa que no tienen ni un pase democrático, que destilan tanto odio contra sindicatos, partidos políticos, artistas, o cualquier individuo que no comulguen con su pensamiento reaccionario, y lo expresa con tanta exageración violenta en sus gestos, que mirándolo pienso sinceramente que ese tal Carlos Cuesta ha sufrido abusos sexuales desde pequeño por alguien vestido con correas militares y que ahora los está exorcizando con un discurso ultra que no debería tener cabida en un canal tan teóricamente piadosa cono 13TV, la nueva estrella de la TDT del ultra nacionalismo católico español.

Las primeras horas del día 14 se convirtieron en un relato espeluznante de la caza al que no lleva sus cruces gamadas ideológicas, sus retruécanos antisociales, dictatoriales, a cualquiera que no sea como ellos, en una actitud que deja a los de Intereconomía casi en la derecha centrada y eso que siguen en la misma campaña, pero parecen más cansados, no van tan sueltos como los emergentes. Las descalificaciones a personas, cargos, conceptos democráticos son una continúa vejación de cualquier espíritu de convivencia democrática. Son un peligro manifiesto, una célula mediática de un reconocible terrorismo ultra tan consentido. Con la huelga y el supuesto independentismo de Mas están sobrepasando todos los límites. No hacen nada de gracia, dan miedo porque hablan de tanques, prohibiciones de organizaciones sindicales o partidos y hay un silencio cómplice que asusta.