Su error fatal no es la infidelidad matrimonial, sino las guerras criminales de Irak y Afganistán
El general de cuatro estrellas del Ejército de EEUU y exdirector de la CIA, David Petraeus, había cultivado el mito de «héroe de guerra» -a imagen y semejanza de Patton, Eisenhower o MacArthur- que debía ser glorificado por su «maestría» en las guerras y operaciones de contrainsurgencia de Irak y Afganistán. Así se justificaba la doctrina de la ocupación militar y se vendía la narrativa de la victoria. La sicología colectiva norteamericana es muy dada a identificarse con este tipo de «héroes», a construir mitos para poder racionalizar guerras de ocupación y de destrucción masiva.
Como si de un cuento de moralidad moderna se tratara, aunque basado en uno de los comportamientos humanos más antiguos -la infidelidad matrimonial-, Petraeus ha caído en desgracia. El affaire con su biógrafa, Paula Broadwell, ha provocado su dimisión y hace peligrar la del próximo comandante de la OTAN en Europa, el general de cuatro estrellas John Allen. Petraeus será recordado por su comportamiento personal y privado, pero su error más fatal fue la estrategia de contrainsurgencia en Irak y Afganistán. Fue un ferviente defensor de una política criminal que se ha demostrado fallida con estrépito.