D e la profusa relación de frases que volvió a dejar Bielsa en la rueda de prensa del sábado, sorprendieron las alusiones a la lucha que dice llevar a cabo en soledad para sacar al equipo de la situación en que se encuentra, algo preocupante en un deporte colectivo y más en un club como el Athletic, en el que la desunión suele ser siempre sinónimo de problemas clasificatorios. También aprovechaba el rosarino la comparecencia para dejar claro que el estilo de juego que pretende es irrenunciable, que no tiene alternativa, y que denota que la demanda del público pasa porque se consigan resultados y efectividad, pero sin variaciones de estilo.

Si algo cabía achacar a Bielsa hasta ahora era, precisamente, su obstinación. Pese a los malos resultados ha continuado apostando por la misma disposición táctica y ha hecho gala de cierta terquedad al situar a algunos futbolistas en puestos en los que no terminaban de rendir. Siquiera fuera por hacer caso a Einstein en aquello de que si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo, lo cierto es que el domingo se observaron ciertos matices.

Por ejemplo, en el cambio de dibujo táctico a tres centrales como respuesta a las variaciones del Sevilla, o en el uso del juego directo en fases del encuentro, fruto de lo cual llegaron algunas ocasiones y goles. Además, la mayor velocidad en el juego o la presión y agresividad que posibilitaron conservar la ventaja en el marcador incluso en inferioridad numérica, permitieron retener tres puntos que han atemperado el debate, siempre más sereno sin urgencias clasificatorias.

No obstante, la sensación de desencanto sigue instalada en la afición. A la más que previsible eliminación del torneo europeo se unen los malos augurios para la competición liguera que una comparativa fría con los números del inicio de la pasada temporada no sustentan. Es cierto que el equipo defiende peor, que encaja más goles, y que ello ha hecho que se abran debates exagerados sobre la portería -algo recurrente en el Athletic desde mediados de los ochenta- o que se esté dando una excesiva importancia al bache de juego de un Muniain cuyo rendimiento está alejado del crack que quisimos intuir, pero que funciona mejor con cariño y mano izquierda que bajo una presión excesiva que hace que afloren un carácter y unas formas que no acaba de saber contener y que lastran al equipo.

En el origen de esa sensación generalizada de decepción, con todo, se sigue situando el empeño de algunos medios de comunicación en presentar como desastroso al Athletic de Urrutia (importante el matiz).

Ya sucedió en el inicio de la pasada campaña pero la prometedora trayectoria deportiva lo terminó silenciando. Esta, sin embargo, han vuelto a la carga utilizando interesadamente los lamentables acontecimientos que comenzaron en pretemporada.

Y no hay tregua. Si en el aspecto deportivo se mejora, se enreda sacando a la luz el supuesto acuerdo de Llorente con la Juventus o haciendo saltar las alarmas por lo complicada que será la continuidad de Muniain cuando finalice su contrato ¡en 2015! Todo parece ser válido con tal de no dejar que la tranquilidad se asiente en torno al Athletic.