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Fede de los Ríos

Un mal sabor de boca

Mala noche la del 13 al 14. Acudí al trabajo, no aparqué donde acostumbro, agradecí la ausencia de piquetes y mis alumnos y alumnas no estaban en el aula

Asumimos, ya desde antaño, que la lucha por los derechos nacionales y la lucha por los derechos sociales sean las dos caras de una misma moneda. La copla es vieja y aceptada como cierta. Y, como a toda teoría general, resulta ser la práctica concreta de la situación concreta en una realidad concreta la que le da marchamo de certeza. Certeza provisional -a dios gracias-, pues no hay cosa más falsa y aburrida que la certeza absoluta y para siempre. Y como liberación nacional y liberación social deben ir a la par (no estaría mal añadir la sexual), una no puede resultar un freno para la otra.

Al lanzar una moneda al aire, sucede que, de manera aleatoria, al caer, la cara oculta la cruz, o viceversa, en una frecuencia aproximada del 50 %. Resulta casi un milagro que caiga de canto.

¿Qué nos une a los trabajadores y las trabajadoras que hicieron huelga el 14 de noviembre? El pertenecer a una misma clase, que diría el Flaco. Por eso el sentimiento de clase creó mala conciencia en algunos, al no entender la inacción del sindicato del que forman parte. Pesar por no poder explicar con los que comparten la cotidianidad de la vida y el trabajo el no ir a la huelga unidos pero no revueltos con la que está cayendo, con unos gobiernos entre las cuerdas y unas burocracias sindicales forzadas a movilizar a sus bases. Al reformismo se le gana por desbordamiento. Impidiendo la canalización y desvío de la energía de las luchas hacia otros fines ajenos a los de los que las protagonizan.

En una jornada de movilización europea quedarse parado no es lo más conveniente. Los intentos, por parte de los diferentes gobiernos europeos, de confrontar a los trabajadores de un país con otro, a trabajadores «nativos» con trabajadores inmigrantes apelando a supuestos intereses «nacionales» van a ser el pan de cada día. Una estrategia tan vieja como el Capital.

El pasado 14 se pudo ver en un mismo centro de trabajo a afiliados de LAB en huelga y otros de CCOO trabajando. Habrá que darle una repensada a todo esto. Preguntar a los huelguistas el porqué de su díscolo comportamiento, atender a sus razones y sacarles, si fuere el caso, de su error.

Mala noche la del 13 al 14. Acudí al trabajo, no aparqué donde acostumbro, agradecí la ausencia de piquetes y mis alumnos y alumnas no estaban en el aula. No tomé el café que acostumbro por no encontrarme con nadie. Me sentí fuera de lugar y más estúpido que de costumbre. Ya en casa, observé los noticiarios y me indigné por el tratamiento de una huelga a la que no acudí. Sentí los golpes recibidos por los manifestantes en diferentes lugares y odié a los uniformados de los lugares diferentes, a los parecidos gobernantes de los diferentes lugares y a los diferentes pero iguales periodistas y tertulianos de las iguales pero diferentes emisoras. Maldije al igual FMI y al idéntico Banco Central Europeo y a la similar Comisión Europea. La Santísima Trinidad sobrevenida en Troika. Tres personas distintas igualadas en un solo Dios, totalmente internacional, llamado Capital.

Me enjuago, pero sigo notando un regusto amargo.

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