Dabid LAZKANOITURBURU | Periodista
Lo importante es repartir los ratones
Atribuyen a Deng Xiaoping la frase «da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones». El Pequeño Timonel ilustraba así su idea de apertura al mercado de la China socialista.
30 años después del «Gran Salto Adelante» -no el de Mao de los cincuenta sino el de la China de finales del siglo XX y comienzos del mileno actual-, los ratones cazados se acumulan en la despensa del millón de multimillonarios chinos.
China ha batido todos los records, incluidos los más sonrojantes. Mientras venera cual reliquia el igualitarismo de Mao, lidera el ranking mundial de desigualdad. Las protestas sociales se cuentan por decenas de miles.
La reciente purga del príncipe rojo Bo Xilai, quien protagonizaba en la megaurbe de Chongqing una popular experiencia de redistribución de la riqueza, ayudas a los inmigrantes del campo y rearme ideológico neomaoísta, evidencia que los que mandan han decidido cortar por lo sano cualquier intento de articulación política de ese malestar.
La composición predominantemente conservadora de la renovada cúpula del poder en el PCCh busca cerrar filas ante esa emergencia.
Pero ocurre que el modelo básicamente exportador de la economía china está mostrando sus límites en medio de la crisis global y su crecimiento se ha ralentizado, eso sí, al 7,4%. En esa coyuntura, el presidente saliente, Hu Jintao, propuso en su despedida un giro económico que promueva el consumo interno y convierta para 2020 a la sociedad china en «moderadamente próspera». Buenos propósitos, como los que han caracterizado su decenio en el poder.
Pero el tiempo apremia y no bastan las buenas palabras. El gato caza, y mucho, pero lo que los chinos quieren es que reparta los ratones.