BERASALUZE VI 16

BENGOETXEA VI 22

Oinatz Bengoetxea, al que le deben ir los años olímpicos -fue campeón Manomanista en 2008- eligió la mejor manera para conmemorar sus diez años como profesional, colándose por vez primera en la final del Cuatro y Medio de la LEP.M, tras imponerse a un batallador Pablo Berasaluze en un vibrante partido en el que ambos pusieron de pie al público del Labrit mucho antes de que el de Leitza llegara al cartón 22. A la espera de lo que suceda en la otra semifinal, sin fecha tras el aplazamiento por el proceso vírico que padece Juan Martínez de Irujo, el pelotari de Asegarce tendrá unas tres semanas para preparar su tercera gran final, una en cada modalidad.

A pesar de que la espera puede hacérsele larga, Oinatz Bengoetxea necesitará unos días para recuperarse de la paliza a la que se vio sometido ayer para eliminar a un Pablo Berasaluze que, a pesar de que regresaría muy triste a casa al no haber podido poner la guinda a su mejor campeonato, debe estar muy orgulloso con el torneo que ha protagonizado.

Aunque por proximidad geográfica la mayoría estaba con Berasaluze, los incondicionales de Berasaluze, que los tiene, y muchos, en La Bombonera, disfrutaron con el de Berriz. Gozaron con esas dejadas al ancho, cuatro casi consecutivas que le sirvieron para mandar en el marcador en un inicio igualado y vibraron con esa remontada que, al estilo de la protagonizada ante Irujo hace tres semanas en ese mismo escenario, le permitió acercarse a dos tantos (16-18) en la fase caliente del partido. Pero no fue suficiente.

No le fue suficiente, sobre todo porque se encontró enfrente con un Oinatz Bengoetxea mandón que, sabedor del peligro del vizcaino, salió decidido a no dejarle respirar. Aunque su fuerza muchas veces haya radicado en jugar a la contra, ayer estuvo especialmente valiente y le dio a Berasaluze VIII de su propia medicina, abriendo hueco con ese saque-remate que tan lejos ha traído al delantero de Berriz.

Momentos claves

Los mejores momentos del delantero de Leitza llegaron en el ecuador del partido, en ese parcial de 1-11 que lo llevó del 6-7 en contra a un 8-17 que resultó insalvable para su rival, donde estuvo muy acertado en el remate y donde no cometió un solo error -hizo solo dos en todo el partido-. Aunque fuera el único tanto que el de Berriz sumara en ese parcial, la defensa que mostró Oinatz en el 8-13, corriendo del ancho al txoko y viceversa en varias ocasiones, levantando pelotas imposibles, hizo que mereciera la pena pagar la entrada. Hubo otro tanto similar, el del 13-18, y ambos sirven para dar con la clave de la victoria de Bengoetxea. Porque es cierto que ambos tantos cayeron del lado colorado, pero son el mejor ejemplo de la presión que Oinatz ejerció sobre Pablo, obligándolo al máximo.

Ahí, en el agobio que sintió Pablo, está posiblemente el motivo de esas dos faltas de saque que cometió -por corto (8-14) inmediatamente después de ese tanto antológico y por pasa en el 12-18, justo después de que Oinatz restara de aire el anterior saque- y el gancho que se le fue al ancho en el 16-19. El error de los jueces en el 7-10 -Oinatz llevó la pelota al segundo bote- y el golpe que se llevó en la rodilla tampoco le ayudaron nada.