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DOCUMENTAL SOBRE UN EXPRESO | aitor merino, actor

«No es un retrato complaciente, hurgamos en lugares incómodos»

«Asier y yo crecimos juntos en las conflictivas calles de la Iruñea de los ochenta. Después, tomamos caminos diferentes: Asier permaneció allí realizando actividades de claro compromiso político, y yo me trasladé a Madrid». Este esbozo nos adentra en «Asier ETA biok», un largometraje documental en el que el Aitor Merino («Akelarre», «Historias del Kronen», «Celos» o «Te doy mis ojos»- protagoniza un reencuentro repleto de emociones con su amigo, el expreso político Asier Aranguren.

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Koldo LANDALUZE | DONOSTIA

¿Qué motivos inspiraron la creación de «Asier ETA biok»?

La primera idea fue de Amaia, mi hermana y codirectora de la película, mientras Asier aún cumplía condena. Ambos residimos fuera de Euskal Herria desde hace veinte años, ella en Ecuador y yo en Madrid. Necesitábamos hablar de Asier, el Asier militante y, sobre todo, el Asier amigo. Llevábamos tiempo dándole vueltas sin concretar ninguna idea. El día anterior a su liberación sentí un impulso: que debía tomar una cámara e ir a grabarle, tomar ese testimonio para después compartirlo. Así empezó todo.

¿El reencuentro supone una excusa argumental, pero hacia qué parámetros nos guía la película?

Se trata de un documental autobiográfico, narrado por mí en primera persona, con mi relación de amistad con Asier como eje central. Desde el mismo momento en que seguí aquel primer impulso de tomar una cámara y salir corriendo a grabar, había una necesidad de la que al comienzo no era muy consciente. Lo que originó todo esto se había ido gestando durante los años en los que Asier estuvo encarcelado: a mis amigos de Madrid, la mayoría también actrices y actores, les hablaba mucho de Asier, de lo especial que es para mí nuestra amistad. ¿Pero cómo hacerles entender mi amistad con un militante de ETA? ¿Cómo hacerles entender qué pudo llevarle a tomar una decisión que a mí mismo me costaba asimilar? No se trataría de justificar, sino de conocer al otro. Y establecer lazos. Por tanto, la película gira en tormo a estos tres elementos: Asier como persona observada, yo como observador, y mis amigos de Madrid como herramienta argumental que representa a quienes va realmente dirigida la película, es decir, al público español (en especial, aunque también al del resto del mundo, si es que logramos llegar a alguno de ellos, claro).

¿Cuáles fueron las primeras reacciones de Asier cuando le expusiste esta experiencia compartida? ¿Qué Asier te encontraste tras cumplir su condena?

Me encontré al Asier de siempre ,dentro de lo relativo que supone el haber pasado ocho años encarcelado, con todo lo que esto implica. Un Asier ilusionado, luchador, comprometido con sus ideales; una persona íntegra y consecuente. Quizás, lo que sí había cambiado era mi mirada sobre él. A lo largo de la grabación, surgieron en mí cuestiones que habían estado latentes, cuestiones difíciles que son parte de la película, y que queremos trasladar al espectador. Este no es un retrato complaciente. Hurgamos en lugares incómodos, que duelen. Asier, desde el principio, se ha mostrado como es: tremendamente generoso. Pero ambos sabemos que nos hemos embarcado en un proyecto del que no saldremos indemnes. No sólo él ha sido generoso; también su compañera, la familia y todos los allegados que de alguna manera aparecen en la película. Desde aquí mi agradecimiento, para el que me faltan palabras...

Hoy en día no resulta fácil llevar a cabo un proyecto cinematográfico. Pero, en este caso concreto, ¿se añadieron mayores dificultades en cuanto planteó un proyecto de estas características?

Es cierto que, tal y como está el patio, ponerse a hacer una película de cualquier género, ya sea documental o de ficción, es una tarea de locos. De locos... de amor por el cine. Nosotros estamos haciendo entre menos de diez personas, no solo sin cobrar sino invirtiendo mucho tiempo, esfuerzo y dinero, el trabajo que en condiciones ideales haría un equipo de treinta o cuarenta personas. Esa es una de las razones por las que nos hemos lanzado al crowdfunding (financiación en grupo a través de internet) por medio de Verkami. Además, debido al tema que se trata, si esperáramos algo a nivel de ayudas institucionales del Estado pecaríamos de ingenuos. Asier ETA biok es una coproducción con Ecuador. La única ayuda pública que hemos recibido ha sido del Consejo Nacional de Cine del Gobierno de ese país. Los europeos hemos ido allí durante décadas a hacer documentales sobre sus Pueblos Indígenas, su naturaleza salvaje, la hermosura de los Andes, etc etc. Y resulta que ahora son ellos quienes apoyan un proyecto sobre los vascos, esos indígenas testarudos del otro lado del atlántico. Me parece una paradoja de lo más curiosa.

El modelo elegido para lograr el capital económico ha sido el crowdfunding. ¿Un modelo de estas características otorga al creador mayor libertad?

Sí. Por un lado, lo hacemos por necesidad. Pero también es maravilloso poder recibir el apoyo del público al que nos dirigimos. Les da la oportunidad de implicarse personalmente en el proyecto, de formar parte de él de manera directa. Ya no somos menos de diez; el «nosotros» se amplía. Es estupendo.

¿Teme que su carrera como actor se resienta, que tomen represalias por abordar este tema?

Quizás me cierren alguna puerta, aunque quiero pensar que no. Pero si lo hacen, se abrirán otras. Siempre hay que elegir, y el camino que me apetece es este. Pase lo que pase, bienvenido será.

¿Qué encontrará el espectador en «Asier ETA biok»?

-Una película honesta. La responsabilidad de hablar sobre un amigo al que quieres y respetas, sobre mi tierra, sobre uno mismo, es enorme. A Amaia y a mí nos causa pavor no retratar a Asier con la dignidad que merece, y al mismo tiempo, ser capaces de ofrecer una visión no carente de crítica. Es un equilibrio muy delicado. Pero creemos que en ese reto tan difícil está el valor de la película. Ójala estemos a la altura.

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