El anterior Gobierno del Partido Popular cayó por una manipulación informativa que le estalló en las manos al Sr. Aznar. Ahora los «populares» han incurrido en otra torpe maquinación de datos asimismo muy graves, pues comporta nada menos que un posible y gigantesco delito electoral. Veremos en qué queda el asunto, que se volverá contra el Sr. Rajoy de una forma escandalosa. Si España ha de rescatar su última dignidad política -que le queda bien poca- el Sr. Rajoy habrá de destapar la olla donde su gente guarda las víboras. Puede caer algún ministro y no pocos tardofranquistas infiltrados en la policía. El Sr. Rajoy habrá de dar la cara, ya que su partido ha negado la presencia de los máximos responsables de Interior y de Hacienda en el Congreso de los Diputados para reparar el horizonte electoral en Catalunya, ahora contaminado por una acción repugnante. El famoso «informe» sobre la corrupción del candidato de Convergencia es un papel tan venenoso como torpe. Su alcance resulta, sin embargo, y pese a su torpeza incalificable, de unas dimensiones asoladoras. Tras esa sucia denuncia, magnificada por una colaboración periodística que pone en cuestión la calidad moral del actual periodismo español, no hay ni autor conocido, ni responsable que valga -quizá porque la responsabilidad es ampliamente plural-, ni arreglo que supere la auténtica corrupción política que destruye al Gobierno de Madrid. El Estado ha quedado desnudo en toda su miseria. Un Estado repleto de leyes aberrantes, y lo que es más llamativo, de una algarabía de zoco. Gallinero mortal. Todos los implicados en la clamorosa falsedad están en huída vergonzosa. Catalunya ya tiene un título más para irse del tinglado español.