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CRíTICA: «High School»

¿Qué hace Adrien Brody en una película como esta?

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Mikel Insausti

A unque mis pulmones no aguantan el humo y nunca he fumando, sí que me divertí mucho entre finales de los 70 y principios de los 80 con las comedias emporradas de Cheech y Chong. Desde entonces no ha habido otra pareja de cómicos que haya combinado humor y cannabis con tanta gracia, a pesar de los sucesivos intentos por encontrarles un relevo generacional. Kal Penn y John Cho no funcionaron de ninguna de las maneras en «Harold & Kumar» (Dos colgaos muy fumaos), que se merecía ese criminal título en el doblaje de lo mala que era. Y Seth Rogen no consiguió la hilaridad que buscaba al emparejarse con un transformado James Franco en «Superfumados».

Pero lo peor de todo estaba aún por llegar, porque hace un par de años los adolescentes Matt Bush y Sean Marquette batieron todos los récords negativos con «High School». Una pequeña distribuidora que quiere empezar con el cine independiente de bajo «costo», llamada Alimpro Films, se ha debido de hacer con ella poco menos que regalada. Y esa ha de ser la única razón del tardío estreno, sin querer buscar otras justificaciones relacionadas con el auge reciente de los negocios surgidos alrededor de la cada vez más extendida cultura del cañamo.

Además, con Adrien Brody en el cartel posee un supuesto gancho que, una vez vista la película, se vuelve en su contra. El protagonista de «El profesor» ya no hace de docente, conformándose con un papel secundario de abogado que sobrevive como vendedor de marihuana. Entra en conflicto con los dos estudiantes que no le pagan, pero intervendrá finalmente para demandar al corrupto y fachoso director del instituto, dejado en evidencia frente a la inspección por culpa de la hierba que los alumnos introducen en unos pastelitos, haciendo perder los papeles a todo el profesorado.

En esa fiesta los cámaras también debieron degustar el producto porque se contagian del nublado general. No en vano el debutante realizador John Stalberg Jr. reconoce haberse pasado los estudios con el «peta» en la boca, y así le va.

 

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