Fórmula uno | Gran Premio de Brasil
Sebastian Vettel, el indestructible tricampeón
El alemán se corona por tercera vez al finalizar en sexto lugar una carrera que se adjudica Jenson Button.
Imanol CARRILLO
Nada ni nadie parecen detener a Sebastian Vettel en su empeño de ser el mejor. De momento, los libros de la Fórmula Uno ya guardan un apartado al genio de Heppenheim, ya que, a sus 25 años y 145 días, es el piloto más joven en lograr tres Campeonatos del Mundo. El pequeño káiser -este apodo quedará algo anticuado de ahora en adelante- se hizo con su tercera corona consecutiva al finalizar en sexta posición el GP de Brasil, la última cita de la temporada 2012.
El piloto de Red Bull se ha llevado todos los calificativos posibles desde que iniciara su andadura en la máxima categoría: desde ganar por primera vez con el hermano pequeño (Toro Rosso), realizar remontadas espectaculares, hasta demostrar que sus éxitos no solo son cosa del gran coche del que dispone.
Sin embargo, ayer el germano tenía una gran responsabilidad. La línea que separaba el éxito del fracaso era muy delgada. Pero la superó. Con creces. Como lo hacen los campeones.
¿Qué sería de una gran victoria sin un asfixiante sufrimiento? Es lo que le tocó vivir a Vettel en sus propias carnes nada más apagarse los semáforos. Todas las miradas estaban puestas en él y en Alonso, quien necesitaba prioritariamente finalizar en puestos de podio para tener opciones de lograr su particular tercer campeonato de la F1.
La salida trajo consecuencias. Negativas para el propio Vettel, que sufrió un trompo por un golpe de Bruno Senna (Williams), lo que le hizo verse relegado a la última posición. Las positivas fueron para Alonso, que se situó tercero por detrás de Hamilton y Button.
Sin embargo, la lluvia también quería ser protagonista. El elemento agua provocó que el asturiano de Ferrari se saliese en la primera curva de la vuelta cinco, perdiendo dos puestos en beneficio de Webber y Massa.
Labor de equipo de Massa
El piloto brasileño realizó una gran carrera, ayudando a su compañero Alonso en todo momento. Como cuando hizo tapón a los monoplazas que venían por detrás para que el asturiano llegase a su sombra, lo adelantase y pudiese tirar hacia adelante sin preocupaciones.
Pero la pesadilla del español estaba aún por llegar. Porque, mientras Adrian Newey, ingeniero de Red Bull, observaba una foto impresa del coche de Vettel para comprobar los daños exactos que podía sufrir su pupilo, el alemán venía progresando de manera fulminante.
Tanto que se sitúo décimo antes de las primeras paradas en boxes para hacer el cambio de gomas. Tras estas maniobras, un sorprendente Nico Hulkenberg (Force India) se ponía líder de la carrera al superar a Button.
Poco después Vettel entraba por segunda vez a boxes para salir en quinto lugar, justo antes de que el coche de seguridad hiciese acto de presencia por primera vez debido a los numerosos trozos de fibra de carbono que había en la pista.
Nada más abandonar la pista el Safety Car, el germano fue adelantado extrañamente por su compañero Mark Webber. Y más tarde Massa hizo lo propio.
Por delante, Hamilton, quien ya había advertido el día anterior que quería una gran despedida de McLaren antes de ocupar la plaza vacía que dejará Michael Schumacher en Mercedes, adelantaba a Hulkenberg. Sin embargo, poco le duró la alegría al británico, ya que el propio piloto de Force India lo dejó KO por un toque por detrás.
La vuelta 55 pudo cambiar totalmente el panorama. Los mecánicos de Vettel tardaban demasiado en colocarle uno de los neumáticos y salía décimo, mientras que Alonso era tercero. En esos momentos el asturiano era campeón mundial. Pero fue un espejismo, porque Vettel lograba pasar a Schumacher -mostrando claramente el cambio generacional- para ponerse sexto antes de que el Safety Car diese por concluida la carrera en la última vuelta por un accidente de Di Resta.
No fue el final de carrera y temporada esperado para nadie, pero Sebastian Vettel pudo respirar aliviado y celebrar su tercer entorchado, que ya brilla en el firmamento automovilístico.
Corría la vuelta 65 de las 71 de las que contaba el circuito de Interlagos del Gran Premio de Brasil. El alemán Sebastian Vettel (Red Bull) adelantaba a todo un siete veces campeón mundial, y también germano, como es Michael Schumacher (Mercedes). Pocas vueltas después, el de Heppenheim lograba su tercer Mundial, mientras que el de Hürth-Hermülheim pilotaba sus últimos kilómetros al mando de un monoplaza. Sin duda, ese fue el momento del cambio generacional.
Schumi, de 43 años, debutó en 1991 en la Fórmula Uno con el desaparecido equipo Jordan, y ese mismo año corrió con Benetton, en el que permaneció hasta 1995 cuando se marchó para ponerse el mono rojo de Ferrari.
En su paso por Benetton, el alemán conquistó los títulos mundiales de 1994 y 1995, mientras que con Ferrari se consagró con los cinco campeonatos consecutivos alcanzados entre 2000 y 2004. En 2006 anunció su retiro, después de terminar como tercero del campeonato, pero de manera sorpresiva retornó a las pistas en 2010. ¿Será este su adiós definitivo de la Fórmula Uno?
I. C.