ELECCIONES EN CATALUNYA
Pese a la victoria numérica, caras largas en el Mayestic
El Majestic, escenario de las grandes ocasiones para CiU, no pudo lucir con todo su esplendor. Las escenas de funeral invadieron la sala hasta que Mas compareció ante ellos para asegurar que el proceso soberanista sigue en pie.
Beñat ZALDUA
Pocos se imaginaban a primera hora de la tarde en el Majestic -sede electoral de CiU- que los militantes de CiU acabarían varias horas más tarde aplaudiendo cuando la pantalla señaló que subían de 49 escaños a 50. Triste consuelo. La euforia duró poco y las caras largas volvieron rápidamente a las filas convergentes, al constatar que, lejos de acercarse a la ansiada mayoría absoluta, la federación nacionalista perdió hasta 12 diputados.
«No deja de ser una encuesta poco fiable, así que prudencia por favor», señalaba el jefe de campaña de CiU, Lluis Colominas, poco después de que el sondeo a pie de urna de TV3 les otorgase entre 54 y 57 diputados. Nadie se lo acababa de creer, pero con los primeros datos del escrutinio se confirmó que la fiesta en el Majestic no sería la de las grandes ocasiones. Los simpatizantes de polo y perlas reunidos frente a la sede electoral convergente empezaban a marchar al ver que, pese a que el escrutinio seguía adelante, sus diputados se estancaban en la cincuentena. Dentro, los responsables de comunicación de la federación no daban crédito a los resultados, mientras intentaban de mantener la sonrisa, enviándose mensajes de ánimo entre ellos.
Las caras de funeral de los militantes convergentes solo cambiaron, al grito de «Mas president, Catalunya independent», cuando Mas salió finalmente, hacia las 23.00 horas, a saludar al público y dar cuenta de los resultados ante el espectacular despliegue de medios de comunicación. Hasta 500 periodistas acudieron ayer al Majestic, 120 de ellos de medios extranjeros.
En un discurso breve y acompañado de la plana mayor de la federación, encabezada por Duran i Lleida y los Pujol, Mas admitió que los resultados no eran, ni mucho menos, los que esperaban. «Necesitábamos un Govern fuerte para poder liderar este proceso, pero hemos quedado muy lejos de la mayoría que queríamos», sentenció Mas, que valoró muy positivamente la alta participación. «Como hemos perdido votos, algunos dirán que no era necesario convocar elecciones, pero si teníamos que abrir una nueva etapa, necesitábamos dar la palabra al pueblo, algo que siempre es positivo», declaró Mas, para quien «era necesario comprobar si lo que decían las manifestaciones se trasladaba a las urnas».
Mas saca pecho
Mas aprovechó para sacar pecho con un elemento que nadie le puede negar. En una situación económica como poco grave, con unas medidas que él mismo calificó de «recortes intensos», en la que la mayoría de gobiernos en el poder han salido escaldados en las urnas, CiU ha conseguido mantenerse como fuerza mayoritaria, con más del doble de diputados que la segunda fuerza. Todo esto deja un escenario en el que, en palabras de Mas, CiU se configura como «única fuerza capaz capaz de gobernar», por lo que no dudó en presentarse, de nuevo, como president de Catalunya. Está claro que será así.
La diferencia radicó en que el propio Mas admitió que «no será posible» seguir gobernando en solitario. «No nos podemos hacer responsables únicos del gobierno del país» aseguró, literalmente, el líder convergente, en una clara señal del fin de la geometría variable que han practicado durante la última legislatura, en la que aprobaban los recortes con el PP, mientras avanzaban en la agenda nacional junto a ERC e ICV-EUiA. Todo indica que estos equilibrios imposibles llegarán a su fin en la próxima legislatura, sobre todo porque los ya maltrechos puentes entre CiU y PP han acabado de derrumbarse después de la campaña de acoso y derribo practicada por el diario `El Mundo' y varios poderes del Estado durante la última semana de campaña.
«Tendremos que buscar ayuda entre las fuerzas del Parlament» indicó Mas, quien añadió que sabe que deberá «asumir la presidencia del Govern», pero con la condición de que «hay otros que se tienen que hacer corresponsables». Un mensaje que todos interpretaron como una apelación directa a la Esquerra de Oriol Junqueras, principal triunfador de la jornada electoral y al que la segunda plaza le deja con posibilidades serias de intervenir en el rumbo del próximo Govern». A nadie se le escapa que los acuerdos que dijo necesitar Mas -«ya se verá si son en el Govern o fuera», añadió- pasan por la negociación con ERC, que durante la campaña ha repetido en infinidad de ocasiones que estará al lado de CiU si no se aparta del camino hacia el estado propio.
Tampoco fue casualidad que el momento más aplaudido durante el recuento por los militantes convergentes fuese cuando ERC sumó un escaño más hasta los 21. Así superaron al PSC como segunda fuerza, algo celebrado en el Majestic al grito de «independència».
Cabría dudar, después del fracaso de CiU, de su compromiso con la hoja de ruta emprendida hacia el derecho a decidir y el estado propio. Mas aseguró, sobre el primero, que «la situación se complica bastante», pero que «pondrán toda la carne en el asador» para que se haga efectivo. «La situación no es fácil, pero tiraremos hacia adelante», resumió un president visiblemente cansado tras dos semanas de campaña. Eso sí, sobre el estado propio, consideró que las elecciones muestran que «es necesario ampliar la mayoría social» que lo defiende.