«Estamos ante el final de un ciclo, y por lo tanto, ante un nuevo tiempo. Un tiempo en el que tenemos que fijar prioridades y definir y concretar el proyecto político que queremos ofrecer a la sociedad vasca». Patxi López no se anduvo con rodeos ante el Comité Nacional de su partido en la reunión extraordinaria celebrada ayer en un céntrico hotel de Bilbo.

Consciente del desgaste del PSE, extensible a todo el partido a nivel estatal y que ha quedado refrendado con los malos resultados electorales cosechados en Galicia, la CAV y Catalunya, Lópezreclamó una «profunda renovación» de su partido.

Para el todavía lehendakari, esa renovación «debe iniciarse en la definición del proyecto, después en mejorar el funcionamiento del partido, haciéndolo más transparente y participativo, y en última instancia hablaremos de nombres y cargos».

Para ello, anució que el próximo Congreso se celebrará el fin de semana del 9 y 10 de febrero, encuentro que López calificó de «oportunidad para cambiar el rumbo de nuestra nave y situarnos ante la sociedad como un referente de izquierdas, ganando credibilidad».

«El nacionalismo está bajando»

Además de anunciar la fecha de este Congreso Nacional, Patxi López realizó un análisis global de la situación política en clave económica, social y territorial, en la que dejó algunos titulares llamativos.

En el apartado económico, se erigió en defensor de los servicios públicos y en un discurso de tonos épicos subrayó la necesidad de que «el Estado controle la economía, pero no solo las que atañen a los servicios públicos, sino que controle también la acción privada de las empresas, para que estas no pasen por encima de las libertades individuales de los ciudadanos».

Curioso fue también el análisis que realizó respecto a un escenario en el que los nacionalismos catalán y vasco están cosechando los mejores resultados de su historia. En este marco, López llegó a asegurar que «el nacionalismo se está agotando, su discurso cada vez cala menos en la sociedad, y va en claro retroceso. No tiene ningún futuro».

Además de pronosticar la futura caída del abertzalismo, el lehendakari en funciones se mostró beligerante contra lo que él considera «intolerancia nacionalista que busca dividir, enfrentar, imponer una identidad a costa de pisar otra».

Ante ese «intento de monopolizar el poder», López enfrentó su proyecto «federal», aunque sin detallar en qué consiste, y negando el derecho de autodeterminación volvió a remarcar que la única alternativa posible para los vascos «es el marco del autogobierno que nos hemos dado, que garantiza nuestra libertad y seguridad y la pluralidad del país».