Los números de la tortura en Euskal Herria son aterradores, lo que esconden, todavía más
La realidad de la tortura, desgraciadamente, no es nueva en Euskal Herria. Durante décadas, los testimonios del tormento sufrido por ciudadanas y ciudadanos vascos se han repetido de forma insistente, y algunos de esos relatos se mantienen imborrables en la memoria colectiva de este pueblo, igual que las (pocas) fotografías que han podido salir a la luz de las consecuencias del maltrato en comisarías y cuartelillos. La tortura ha dejado su indeleble marca en este país. Sin embargo, a pesar de conocer esa realidad, el trabajo realizado por Euskal Memoria resulta abrumador y los números que en él se publican son aterradores. Que en un país de apenas tres millones de habitantes se hayan documentado unos diez mil casos de tortura es un indicador de la brutalidad que ha caracterizado al Estado en su represión del independentismo vasco, y el hecho de que los casos se hayan mantenido en el tiempo, un ejemplo de que esa represión no ha entendido de régimenes ni gobiernos. En este sentido, más aterrador que los números es la constatación de que la tortura ha sido entendida siempre por Madrid como una herramienta más en su política hacia este pueblo.