elkarrizketa | Óscar Rodríguez, miembro de la comisión ejecutiva del PSE
«Se puede construir la convivencia en Euskadi en clave de izquierda»
Óscar Rodríguez (Gasteiz, 1977) se afilió al PSE en 1996 y es en la actualidad integrante de su Comisión Ejecutiva. Fue secretario general del grupo parlamentario en la pasada legislatura pero la dirección alavesa lo dejó fuera de la candidatura en las últimas elecciones. Forma parte del llamado «sector crítico» que aspira a renovar el PSE de Araba en el próximo congreso.
Iñaki IRIONDO
Miembro de la Comisión Ejecutiva del PSE, el próximo congreso y la afiliación alavesa dirán si Óscar Rodríguez sigue en puestos de dirección. Ha ocupado puestos clave en el partido y lo conoce bien desde hace años.
¿Qué le ha pasado al PSE para perder un tercio de sus votos estando en el Gobierno?
Ya dijo Patxi López que no había sido un buen resultado y que el viejo partido se puede estar convirtiendo en un partido viejo. Ahora que se ha abierto un periodo congresual llega el tiempo de hablar de qué políticas tenemos que hacer; en segundo lugar, de cómo mejoramos ese viejo partido para hacerlo útil; y en tercer lugar y por ese orden, para hablar de nuevos liderazgos si fuera necesario.
Esa pérdida de votos se produce cuando han liderado por primera vez el Gobierno de Lakua. Y la lectura que hace una semana hizo el lehendakari fue la de una legislatura épica en la que se había hecho todo bien...
Una de las características en Euskadi es que la buena gestión se supone. Había algunos que decían que se iba a secar el Urumea si llegaba un lehendakari socialista, y ni se ha secado el Urumea ni ha desaparecido el euskara, ni se ha roto la identidad vasca ni nada por el estilo. Creo que hemos hecho una buena gestión pero no era eso lo que se votaba en estas elecciones. Era condición sine qua non para presentarse, pero no era lo que iba a determinar las elecciones. De todas formas, esta legislatura ha tenido tres cosas, que no sé si el tiempo las reconocerá, yo creo que sí. La primera, que se ha luchado contra la crisis intentado mantener los pilares del Estado de Bienestar. O sea, hemos puesto el autogobierno al servicio del Estado de Bienestar, intentando no recortar educación, sanidad y políticas sociales. En segundo lugar se ha tratado de tranquilizar la vida política e institucional en Euskadi, y creo que en gran medida se ha parado la crispación política que había. No es un logro exclusivo del Gobierno pero creo que ha trabajado para ello. Y en tercer lugar el terrorismo ha desaparecido, y no creo que haya sido por ciencia infusa. Ha habido muchos factores, pero el cambio de gobierno y las políticas que hizo, especialmente en sus primeros años de legislatura, han sido determinantes para la decisión que adoptó ETA y para el nuevo rumbo de la izquierda abertzale.
Las políticas del Gobierno fueron principalmente prohibir las fotos de los presos y retirar pancartas. No parece que eso haya sido determinante...
La deslegitimación social del terrorismo era una asignatura pendiente en Euskadi. Yo siempre había vivido en un ambiente en el que de alguna forma se legitimaba: «algo habrán hecho», «se lo merecen», «no son todo lo vasco que debieran»... Que haya llegado un Gobierno, que era necesario que fuera no nacionalista, para deslegitimar esas actitudes, ha sido fundamental para negar respaldo social a esas tesis. Eso, junto a las políticas de tipo legal e institucional que se habían hecho desde el Gobierno del Estado, ha contribuido a esa decisión.
¿La imagen que va a quedar del día que ETA anunció el fin de la lucha armada va a ser la del lehendakari en un tren a miles de kilómetros?
En los libros de historia nuestros hijos leerán lo importante y no las anécdotas, que ETA echó la persiana con un lehendakari y un presidente del Gobierno español socialistas. La novena legislatura vasca pasará a la historia por haber sido la de la paz. Ahora llega otra legislatura con otros retos, bien complicados, por cierto.
López ha acuñado la frase de «el viejo partido se está convirtiendo en un partido viejo». Alguna responsabilidad tendrá el secretario general, ¿no?
Ahora hay mucha gente que culpa a Zapatero de todos los males del PSOE, pero lo cierto es que cuando planteaba algo en el Comité Federal, la mayor parte de las veces se aprobaban por unanimidad. Seguro que Zapatero tiene mucha responsabilidad en las decisiones, muchas buenas y otras malas, que ha tomado, pero era compartida. Lo mismo ocurre en Euskadi: Patxi López ha podido acertar, se ha podido equivocar... pero lo ha hecho con prácticamente la unanimidad del partido.
Se habla de cambio de ideas y de personas, pero da la impresión de que se cambiarán las personas de un nivel pero el que pilotaba el barco se va a quedar. ¿No es contradictorio con la idea de renovación?
Patxi López y Jesús Eguiguren han llevado al PSE a su mejor momento desde la transición. Y ahora mismo, en el PSE, la persona de mayor referencia social y la que desde dentro creemos que mejor puede pilotar la renovación es Patxi López, por su autoridad y porque ya sabemos que él no aspira a estar toda la vida dirigiendo el PSE, sino que se ha comprometido a pilotar una renovación. El se ha postulado para asumir esa responsabilidad y la mayoría del partido lo acepta de buen grado.
¿Cuáles son los cambios que debe hacer el PSE?
No se trata de girar a la izquierda, sino de hacer hincapié y ganar con la calle más políticas de izquierda. Me explico: en el Parlamento vasco hay ahora dos partidos de derecha, dos de izquierdas y UPyD. El PSE tiene la oportunidad de marcar la agenda política en los próximos cuatro años en clave de izquierda. El PSE tiene que buscar a las izquierdas, en el Parlamento y en la calle, para defender las políticas sociales y el Estado de Bienestar, para hacer una reforma fiscal y luchar de forma más eficaz contra el fraude, para hablar de regeneración política y hacer una reforma de la arquitectura institucional. Y debe mirar a las izquierdas, y concretamente a la izquierda abertzale, para construir la convivencia. La novena legislatura fue la de la paz y la décima debe ser la de construir la convivencia, y también se puede construir desde la izquierda. Yo apuesto por ello.
En la pasada legislatura usted fue secretario general del grupo parlamentario y para esta ni le pusieron en la candidatura. ¿Se siente purgado?
Bueno... Juan Carlos Alonso, que es el que está siendo nuestro portavoz hasta el momento, dijo que «lo que está a la luz no requiere candil». Yo no voy a estar mirando atrás hacia mi persona. Ha pasado lo que ha pasado y lo asumo. Me hubiera disgustado más que los militantes, con listas abiertas, no me hubieran votado. Eso me habría hecho dudar de mí mismo. No han sido los militantes quienes me han dejado fuera de la lista. No pasa nada. A otra cosa.
¿Qué pasa en el PSE de Araba?
Que a los problemas que tiene la socialdemocracia europea, los de la española y los de la vasca, aquí se añade algún otro. Por ejemplo, en las elecciones locales la pérdida del voto en España fue del 21%, en Euskadi del 26% y en Álava del 37%. Y, concretando más, en Vitoria fue del 39%. Así que, además de los factores generales que lastraban al PSOE, aquí había algunos factores propios. Estamos tratando de ver cuáles son. Creemos que uno de ellos es que el PSE está perdiendo referencia social, está dejando de ser un instrumento útil para la gente, porque el PSE en Álava no es permeable. Lo que planteamos es que se abra una reflexión en la que se pueda hacer autocrítica y analizarlo todo. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Si elección tras elección perdemos más votos que la media, algo estamos haciendo mal.
Una treintena de dirigentes y militantes presentaron el jueves un manifiesto por la regeneración. ¿Puede resumirlo?
Planteamos, básicamente, algo previo al debate de ideas y personas: una reflexión en torno a valores. El PSE necesita una regeneración profunda, de abajo arriba; que se aproveche todo el capital humano que tenemos, con las diferentes formas de pensar de nuestros militantes y votantes; el trabajo dedicado a la política de quienes dirigen la organización; ser austeros y honestos en la gestión del partido y de las instituciones; y propiciar el debate, la transparencia y la participación.
Ese parece un catálogo de acusaciones o reproches a quien actualmente lleva las riendas del partido en Araba...
El reproche está en la sociedad. Lo que hacemos en ese documento de valores es recoger lo que estamos percibiendo entre los militantes, simpatizantes y votantes, en la calle. Es importante lo que pasa entre las cuatro paredes del partido, pero tiene que haber sintonía con lo que piensa la calle. No es un reproche a nadie. Se trata de recoger lo que nosotros creemos que están pidiendo en Álava las izquierdas, las personas progresistas no nacionalistas.
Pero cuando alguien dice que los dirigentes no deben acumular cargos internos e institucionales y además sus actividades privadas, que debe ser honesto, que debe vivir como piensa para no acabar pensando como vive... no es difícil pensar que algún reproche se está haciendo a quien no cumple con eso...
Rubalcaba dijo exactamente estas dos frases en la campaña de las generales de noviembre y no creo que se refiriera ni a sí mismo ni a Zapatero.
Rubalcaba no es del sector crítico en un territorio pequeño...
Es que yo no soy del sector crítico, eso es un apellido que nos ponen. Soy tan oficial como Rodolfo Ares, tan del PSE como el que más. No me siento de un sector del partido, sino del PSE.
¿Le da pena no seguir en el Parlamento?
No por estar allí, sino por los retos que hay por delante y porque el Parlamento, si sabemos aprovecharlo, va a ser una fábrica de acuerdos en clave de progreso. Ahí están ahora el reto de la regeneración política, del mantenimiento del Estado de Bienestar con una reforma fiscal atrevida, y el construir la convivencia por la izquierda. Por lo demás, se me están abriendo unos caminos que tienen que ver con la política desde otros puntos de vista que me apasionan muchísimo. Es otra etapa. Pero yo no me he ido a ningún lado. Sigo militando en el PSE y tendré las responsabilidades que los militantes quieran que tenga.
Hablaba antes de los acuerdos de izquierdas en el Parlamento. ¿Coincidir muchas veces con EH Bildu no puede chirriar en algunos sectores del partido?
El PSE recoge muchas sensibilidades y siempre que hacemos un acuerdo con el PNV hay gente a la que le chirría; cuando lo hacemos con el PP, a otros... Lo que aspiro es a que mi partido pueda hacer acuerdos con la izquierda abertzale y que esos acuerdos chirríen lo mismo que el resto. Que chirríen lo normal. Hasta ahora no se han podido hacer, por las condiciones que no se han dado en Euskadi en los últimos treinta años. Habrá gente a la que le guste más y a la que le guste menos. Y todavía la izquierda abertzale creo que tiene un recorrido por hacer y explicaciones que dar a la ciudadanía vasca para que esos acuerdos se puedan dar con normalidad. Pero esas explicaciones que la izquierda abertzale debe a la ciudadanía vasca, se dan mejor desde donde está Hasier Arraiz [en el Parlamento] que desde donde está Arnaldo Otegi [en prisión].