Floren Aoiz | www.elomendia.com
Ahora, «Mas» que nunca, independencia
Cada vez hay más gente catalana y vasca independentista, eso es lo importante. La batalla va a ser larga, no se va a ventilar con calentones, sino con trabajo constante
Una jota gamberra en sus formas pero muy profunda en su contenido, afirma que no se pueden «contimparar» un charco y una fuente. La razón, sencilla: sale el sol y seca el charco, pero la fuente «prevarece». Esta invitación a la reflexión sirve, por ejemplo, para nuestra mirada a las elecciones catalanas y las percepciones que de lo que sucede allí se han experimentado en Euskal Herria.
No es lo mismo un charco independentista que una fuente independentista. ¿Perogrulladas? Puede ser, pero estaría bien decírselo a quienes nos han aburrido con las desgracias que nos acechaban por no seguir el ejemplo indiscutible que supuestamente nos llegaba de las tierras catalanas. Un servidor está hasta el moño de teorías de brocha gorda, que nos muestran el camino a seguir con la contundencia de la verdad revelada. Cuando llega la realidad y nos da un baño con sus complejidades y contradicciones de poco sirven los esquemas de cartón piedra.
Aquí no valen reducciones, ni powerpoints ni tuitazos. Hay que detenerse a pensar con matices, aunque no esté de moda. Sí, pero, no sin embargo... esto, aquello... Un análisis, en definitiva, aunque nos estemos/estén acostumbrando a las microdescripciones de usar y tirar.
En realidad, la jota que he elegido para comenzar este artículo es una pura provocación. Ni Euskal Herria ni los Països Catalans son fuentes ni charcos en lo que al independentismo se refiere. O, mejor dicho, ambos son una y otra cosa. Lo que pretendo decir es que cuando se cae en el simplismo y alguien queda onnubilado ante un fenómeno complejo y lejos de entenderlo se limita a endiosarlo, suele ocurrir que ante la menor complicación el espejismo se desvanece y la euforia se ve sustituida por una grave depresión. Y en mi opinión: ni tanto, ni tan calvo. El independentismo está avanzando en ambos países por razones estructurales, de largo ciclo y por otras que tienen que ver con procesos más recientes y circuntancias más coyunturales. Hay un crecimiento «burbuja» del independentismo, tormentas que provocan grandes charcos, pero también una dinámica continuada, más estable, una lluvia constante que alimenta el modelo fuente. El éxito independentista dependerá, a mi juicio, de la articulación de ambos modelos, uno le dará profundidad, solvencia, alcance estratégico, el otro será clave para construir mayorías en momentos concretos.
Ni Catalunya (de los Països en su conjunto, ni hablamos) estaba al borde de la secesión antes de las elecciones ni el proceso se ha abortado. Cualquier análisis que midiera la fuerza del independentismo en el número de votos de CiU levitaba sobre la realidad y mostraba una notable ignorancia de la política catalana. Cada vez hay más gente catalana y vasca independentista, eso es lo importante. La batalla va a ser larga, no se va a ventilar con calentones, sino con trabajo constante. Y, especialmente, desde el trabajo común de quienes apostamos por la independencia. El camino se hace andando así que nos vemos el 6 de diciembre en Durango. Tenemos una cita con la lucha por la independencia.