bobadas alpinas

Mitos

Kike DE PABLO Alpinista

Es inevitable. En cualquier actividad humana la excelencia en la ejecución da lugar a sujetos con mayor habilidad y capacidad para la perfección. Y en esas andamos en el tema de la escalada. Luego vienen los famosos y la dificultad (no sé cual viene antes o si los dos van juntos). Importa la dificultad más que otros parámetros aunque el recientemente desaparecido Patrick Edlinger era celebrado por el alto grado de belleza y fluidez en sus movimientos. Igual estoy diciendo una tontería, pues ver a un escalador de extrema dificultad es ver un espectáculo de precisión y un recital de economía de gestos. En nuestros años jóvenes nos limitamos a escalar… y a crear mitos. Luego en la tardía edad adulta uno se dedica con igual intensidad y dedicación (y quizás con la misma falta de fundamento) a destruirlos, a falta de otra cosa que hacer, seguramente. Y vienen luego con el tiempo las preguntas más o menos existenciales (¡humm!): ¿por qué escalar en dificultad?, ¿qué importancia social tiene esta actividad?, etc. Evidentemente no tiene ninguna y no sirve para nada, si nos ponemos en plan relativista. Pero nada lo tiene, si consideramos que en el plazo de unas décadas todos estaremos muertos. Como dice Andrew Bisharat en Rock and Ice, «unos 107 billones de personas han nacida en la historia de la Tierra y ninguno ha salido vivo de aquí, o sea que ni lo intentes». Hurgar en las motivaciones personales profundas de cualquier creación artística es siempre una decepción. O sea, que mejor dejarlo como estaba.