SEGUNDA B 15ª jornada
Golpe de fortuna postrero para prolongar trayectorias
El Eibar mantiene el pleno de victorias en Ipurua gracias a un gol en el tiempo de descuento.
EIBAR 2
RIVER 1
Amaia U. LASAGABASTER
Un error monumental de Montero en tiempo de descuento confirmó al Eibar como el mejor equipo local de la categoría -pleno de victorias, con ocho, que supone un récord para el propio conjunto azulgrana- y al Sestao River como el peor visitante del grupo. Postrero golpe de fortuna. Favorable para los armeros, cuya ambición se vio premiada. Y contrario a los intereses del cuadro verdinegro, cuyo esfuerzo bien pudo merecer mejor premio. Empezando por el de su propio guardameta, que vio empañada su buena actuación por ese error final.
La escuadra vizcaina demostró desde el principio que el Eibar iba a tener que tirar de pico y pala con más ahínco que en sus últimas actuaciones en Ipurua. El primer acercamiento fue vizcaino -una buena acción de Silas que atajó Xabi- y el primer gol también. Aunque las mejores ocasiones en esa primera media hora habían sido para el Eibar -sobre todo con un cabezazo de Abaroa que exigió el paradón de Montero y un disparo del mismo jugador a la madera-, el River se convirtió en el segundo equipo visitante capaz de adelantarse en Ipurua esta temporada. Curiosamente, por obra y gracia de un jugador eibarrés. Josu Hernáez, que se sacó un centro-chut desde la izquierda, que apenas rozó Silas antes de que cruzase la línea de gol.
Gol y madera
La situación, tan inacostumbrada, no alteró al Eibar, que siguió buscando la puerta rival. Con mucho esfuerzo, porque su rival apenas dejaba espacios por los que moverse. Pero en una acción de estrategia, Bingen remató desde la frontal del área, Montero -muy atento- despejó en primera instancia, y el balón lo cazó Abaroa para restablecer el empate. Al filo del descanso, Bingen rozó el segundo tanto armero, con un disparo raso desde fuera del área que se estrelló en la base del poste.
Bastantes menos llegadas al área hubo en la reanudación. El Eibar llevaba la voz cantante y no le faltaba ambición. Pero los jugadores verdinegros se multiplicaban sobre el césped para proteger a su guardameta. Acabaron pagando su esfuerzo. O bien el depósito de reserva de los locales disponía de gasolina de mayor octanaje. Pero lo cierto es que en la recta final el Eibar pareció meter una marcha más, aumentando la sensación de peligro en la portería visitante. Pero aguantaron los de Ribera y el reparto de puntos parecía inamovible. No lo fue. En el 93, Montero se tragó un balón colgado al área por Arroyo y los tres puntos se quedaron, como de costumbre, en Ipurua.