Comienza en Dubai la cumbre sobre la regulación de internet
A lo largo de doce días, los representantes de los 193 países que pertenecen a la International Telecommunicartions Union, llevarán a cabo un encendido y muy criticado debate sobre los posibles cambios que podrían regular el tráfico a través de internet.
Koldo LANDALUZE | DONOSTIA
Desde ayer y hasta el próximo 14 de diciembre, todas las miradas del universo virtual se concentrarán en la cumbre que se celebra durante estos días en Dubai. Representantes de los 193 países que pertenecen a la International Telecommunicartions Union (ITU) de Naciones Unidas, abordarán diversos temas relacionados con la temida regulación de internet.
Uno de los puntos álgidos de esta reunión será la ley de 1988 que regula el intercambio internacional de llamadas de teléfonos y otras comunicaciones lo cual podría repercutir negativamente en la aparente «libertad» de la que goza internet debido a la presión ejercida por grandes potencias que realizan fuertes medidas de control sobre el ciberespacio como China, Rusia, Irán o diversos estados árabes.
Representantes de estas potencias apuestan abiertamente por introducir mecanismos de censura que estarían dictados por la ITU ya que, según señalan, Estados Unidos goza de un control excesivo sobre la estructura actual de organización de Internet, a través de organismos como el ICANN.
Desde el Parlamento Europeo se ha enviado una resolución que invita al resto de naciones a rechazar medidas que impacten negativamente en internet, «su arquitectura, operaciones, contenidos, seguridad, relaciones comerciales, regulación... y libre flujo de la información online».
El máximo responsable de la UIT, el secretario general Hamadoun Touré, intentó restar importancia a los temores que inspiran un posible nuevo tratado ya que, en la práctica, no se adoptará nada sin una casi unanimidad. Por su parte, el gigante Google, por boca de Vin Cerf -coautor del protocolo básico de datos de internet-, criticó las normas propuestas en estos términos: "Esos persistentes intentos son solo una prueba de que estos dinosaurios, con sus cerebros del tamaño de un guisante, no se han dado cuenta de que ya están muertos, porque la señal no ha recorrido sus largos cuellos».