Al igual que las liebres perdían el tiempo discutiendo si eran galgos o podencos hasta que tenían su cuello en las fauces del can que les perseguía, nosotros podemos vernos ensartados por un plan diseñado con precisión para la vuelta al pasado más franquista mientras discutimos si lo que hace el ministro José Ignacio Wert es táctica o estrategia. El programa secreto del hombre que fuma puros está más al descubierto que nunca: es una alianza entre el capital, la jerarquía católica y las peores fuerzas de la reacción ultra y de la caverna española. Es un ataque constante, con tintes de golpismo en el BOE, al pacto social y político que algunos consideran que es la constitución española que hoy se celebra bajo sordina ya que todo lo que aquella transición tan alabada, pero que se ha demostrado tan poco fiable, nos ha dejado es que ahora las huestes de la reacción están laminando cualquier vestigio de una remota posibilidad de un estado español donde puedan convivir los que tienen una idea diferente a la Una, Grande y Libre.

Los estatutos de autonomía se revisan a la baja o se dinamitan en los tribunales; cada viernes emanan del consejo de ministros los hachazos más graves contra todas las libertades conseguidas a lo largo de décadas. Le llaman crisis, pero es cruzada, reconquista, vuelta a la pandereta, la cruz, la espada, la confesionalidad y los privilegios de clase enmarcados en una legalidad que reconstruyen en cada decreto.

El retroceso es constante, la soberbia de esos ministros de perfil y ambición altos, Gallardón y Wert, que intentan pelear por ser portadas de la prensa más reaccionaria, se unen a otros portadores de cartera ministerial que no aportan nada más que sumisión a consignas y dogmas. Forman un gobierno fantasma, que atiende más a Rouco que a Merkel, que se junta con los banqueros y no con la ciudadanía, que odia a los médicos y los maestros, que desprecia a los discapacitados, que ataca a las lenguas de millones de hablantes. El secreto peor guardado. Están en el gobierno español los peores. Hay que defenderse de estos corruptos, meapilas, militantes de las sectas más repugnantes. Hoy más que nunca: Independencia.