La intervención militar en Azawad, territorio cuyo control había perdido el Gobierno de Mali, estaba aprobada, e incluso era inminente según la Cedao (Comunidad Económica de Estados de África del Oeste), pero no estaba clara. Frente a las prisas de la Cedao e incluso del Estado francés, que había ofrecido apoyo logístico, la ONU no mostraba prisa alguna y mantenía contactos con las partes implicadas en el conflicto en busca de vías negociadas. Unas vías ciertamente complicadas, pero que parecen imponerse, al menos de momento, a la opción bélica. Tanto el Gobierno de Bamako como los grupos armados que se hicieron con el control de Azawad, el independentista y laico MNLA y el islamista Ansar Dine, se han comprometido con unas negociaciones inciertas pero que han dejado en un segundo plano la intervención militar. La situación podría calificarse de confusa, como hizo ayer el presidente de Chad, con los dos grupos tuareg -MNLA y Ansar Dine- enfrentados y la presencia en aquel territorio de otros dos grupos islamistas, Aqmi (Al Qaeda en el Magreb islámico) y el yihadista Mujao, que junto con Ansar Dine expulsaron a los independentistas de las principales ciudades. Una situación confusa y unas negociaciones complicadas, pero necesarias y que precisarían de la atención internacional, pero no en forma de intervención militar.