Activistas de Alepo combaten el frío y la destrucción del patrimonio
Más allá de organizar, registrar y dar difusión a las protestas contra el régimen, los activistas de Alepo están supliendo la ausencia de organizaciones de ayuda humanitaria recolectando fondos para comprar mantas y documentando la aniquilación de los edificios emblemáticos.
David MESSEGUER | Alepo
Farouq, nombre en clave que este activista utiliza en la red, vuelve hacia Alepo procedente de Turquía tras mantener diferentes reuniones con miembros de la oposición siria y comprar accesorios electrónicos para los ordenadores, cámaras de vídeo y teléfonos del grupo activista al que pertenece.
«Estamos llevando a cabo un proyecto que se llama `1 millón de dólares para 100.000 mantas' y tratamos de reunir esa cantidad de dinero entre los sirios que viven en el extranjero», explica este joven estudiante de arquitectura.
Su objetivo es repartir esta cantidad de mantas entre la población civil de un Alepo que justo ahora empieza a hacer frente al primer invierno bajo las bombas. Estos días las temperaturas mínimas en la que fuese capital económica del país están alcanzando los 7º durante la madrugada, hecho que se ve agravado por los continuos cortes de electricidad y la escasez de leña para encender braseros y estufas.
La organización Save the Children ha alertado de que más de 200.000 niños sirios refugiados en países vecinos como Turquía, Líbano o Irak corren peligro como consecuencia de las bajas temperaturas que se alcanzarán en la zona durante la estación fría. La cifra oficial es de 400.000 refugiados sirios, pero como consecuencia de los combates entre el Ejército gubernamental y los rebeldes, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estima que se alcancen los 700.000 al finalizar el año.
Mientras los refugiados pueden recibir la ayuda de los gobiernos de los países de acogida o de ONGs como la Media Luna Roja, los más de dos millones de desplazados en el interior de Siria tienen muy complicado el acceso a este tipo de cooperación humanitaria. «La oposición política aún no está suficientemente organizada sobre el terreno y gran parte de sus fondos los destina a armamento para el Ejército Sirio Libre», comenta Farouq. Sin organizaciones y con una sociedad civil hecha añicos los activistas se están organizando para llenar este vacío.
Destrucción patrimonial
Farouq y media docena de activistas más forman parte del colectivo Halab News y su principal función es registrar todas las manifestaciones y sucesos que tienen relación con la revolución siria en la ciudad de Alepo para luego difundirlas en la red.
Este colectivo de guerrilleros del teclado tiene ubicada su sede en el barrio meridional de Bustan al Qasr, aunque por cuestiones de seguridad cambian su localización constantemente por miedo a que sea bombardeada por el régimen sirio.
Activista y estudiante
Ahmed, otro miembro del grupo y también estudiante de arquitectura, vive con su familia en la zona bajo control de las tropas de Bashar al-Assad y, por lo tanto, debe cruzar cada día el frente con taxi para desplazarse a área rebelde. «Soy como un agente doble. En el Alepo rebelde soy Ahmed el activista y en cambio donde viven mis padres soy un simple estudiante», bromea. Todas las precauciones son pocas y antes de emprender cada viaje de regreso a la zona controlada por el Gobierno, el joven cambia las tarjetas de memoria de su teléfono móvil y limpia cualquier rastro que pueda incriminarle.
«Antes éramos más miembros, pero algunos empezaron a colaborar de forma directa con los rebeldes y nos separamos. Nosotros estamos a favor de la revuelta pero tratamos de actuar de forma independiente», expone Ouard, también miembro del grupo.
Junto a la recolección de fondos para mantas y a raíz de la gran presencia de estudiantes de arquitectura en el colectivo, otros de los grandes proyectos que están llevando a cabo es la documentación de la destrucción del patrimonio cultural de Alepo. A consecuencia de los encarnizados combates, lugares emblemáticos y milenarios como el zoco y la ciudadela han quedado seriamente dañados. Mezquitas y otro tipo de inmuebles de suma importancia cultural también están sufriendo es sus paredes y estructuras las consecuencias de la guerra. En 1986 la ciudad antigua de Alepo pasó a formar parte de la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en reconocimiento de sus «auténticos estilos arquitectónicos árabes» y por ser testimonio «del desarrollo cultural, social y tecnológico desde el periodo de los mamelucos».
«Estamos documentando con nuestras cámaras la destrucción de los lugares emblemáticos de la ciudad. El objetivo es crear un archivo de imágenes e información que indique la fecha de la destrucción del patrimonio y la autoría del daño, tanto si es obra del Ejército del régimen como del Ejército Sirio Libre», explica Ouard.
Tras la quema del zoco a finales de setiembre, la directora general de la Unesco, Irina Bokova, manifestó su «aflicción y consternación» por el incendio que causó graves daños a este mercado milenario y destacó que «Siria firmó la Convención para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado, aprobada en La Haya (Holanda) en 1954». Mientras el reguero de sangre no se detiene, la que fue la capital económica de Siria se prepara para afrontar su primer invierno con incertidumbre y tristeza.