Si es un hecho constatado que, hace 34 años, la Constitución española no fue legitimada por la mayoría del censo electoral de Hego Euskal Herria -menos de un tercio de las personas mayores de 21 años optaron por el «sí» en el referéndum de 1978-, también resulta evidente que en estos momentos la desafección al marco jurídico-político español es escasa en los territorios vascos.

Lo que resulta curioso es que el Gobierno de Lakua en funciones, todavía con un lehendakari del PSE, hiciera público ayer el resultado del Sociómetro sobre «Cultura Democrática» elaborado por su Gabinete de Prospección Sociológica, en el que se concluye que si hoy volviera a celebrarse el referéndum solo un tercio de la población de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa votaría a favor, mientras que otro tercio no la apoyaría (votaría «no» un 18%, en blanco un 7% y se abstendría por no estar de acuerdo un 8%), un 11% no votaría por «otras razones» y un 23% no sabe o no contesta a esta cuestión.

El Ejecutivo de Patxi López no indició ayer por qué esperó a la jornada siguiente al «Día de la Constitución» para hacer públicos estos datos, que fueron difundidos a través de las agencias de noticias.

Tampoco el Estatuto de Gernika concita un apoyo mayoritario entre la ciudadanía de la CAV. El Sociómetro indica que el 37% votaría «sí», otro tercio no lo apoyaría (un 11% votaría «no», un 7% en blanco y un 13% se abstendría), y otro tercio no sabe o no contesta (32%).

En este caso la evolución es más significativa, ya que en el referéndum de 1979, cuando el censo era de 1.565.541 personas, acudieron a votar más de la mitad (921.436, es decir un 58,86%) y de cada 100 papeletas que entraron en las urnas 95 llevaban impreso el «sí».

Si bien el Sociómetro apenas es un muestreo demoscópico -en este caso se realizaron 2.501 entrevistas a mayores de 18 años entre el 19 y el 29 de septiembre-, es un elemento significativo que deja en evidencia a quienes, para rechazar el cambio de marco, esgrimen el argumento de que un nuevo estatus político debería contar con al menos el mismo respaldo que el obtenido por el Estatuto.

Otro elemento que se suma al hecho ineludible de la renovación generacional, ya que más de la mitad del actual censo electoral no pudo votar en 1978 ni en 1979 por cuestión de edad.