CRíTICA: «Operación E»
Un Portal de Belén ambulante en la selva colombiana
Mikel INSAUSTI
Entiendo que para rodar «Operación E» era necesario el permiso de Clara Rojas, porque lo que aquí se cuenta es la historia de su hijo Emmanuel, el bebé que tuvo durante su secuestro por las FARC. La película queda muy extraña e inexplicable sin la presencia de esa madre, hasta el punto de que no se tiene constancia de su existencia. Es algo así como el misterio de la Virgen María, y la consiguiente aventura de un campesino llamado José Crisanto se convierte en una especie de Portal de Belén ambulante a través de la selva, llevando a cuestas a ese niño que todos buscan cual si fuera el Nuevo Mesías.
No acierto a comprender ni la motivación ni las intenciones de esta película de un irreconocible Miguel Courtois, que en nada se parece al director de «El Lobo», «GAL» y «14 M: Historia de un atentado». Todo lo que aquí se cuenta, por mucho que esté basado en aquellos hechos reales ocurridos entre el 2002 y el 2008, corresponde a un tipo de información colateral y desgajada del verdadero conflicto armado colombiano, y que actualmente se encuentra en fase de tregua.
De poco sirve que Courtois deje a un lado el sensacionalismo de su vena más reporteril, cuando a cambio ofrece un culebrón familiar más pendiente de la exótica ambientación que de su preciso contexto político, a la postre tan desdibujado como irreconocible. En contra de lo que sería de esperar, el realizador renuncia a las escenas de acción violenta, resolviéndolas mediante la elipsis o el fuera de campo. La crítica en general ha interpretado que se trata del interés por humanizar el argumento, dejando a un lado los episodios más sangrientos, para así ceder el protagonismo al drama de los desplazados representado por el tal José Crisanto y su prole sin hogar.
Yo lo que veo es otra cosa, veo una puesta en escena puramente anecdótica al servicio del lucimiento exclusivo de un actor. Luis Tosar está inmenso y trabaja el acento local con mayor perfección que los propios nativos, pero no se puede dejar que todo el peso de la función recaiga sobre un solo hombre.