Raimundo Fitero
Bromas
Podríamos decir para ponernos campanudos que la misma televisión es una gran broma. Una broma pesada. Una broma macabra. La caja de las bromas. Ahora hemos acostumbrado nuestro cerebro a admitir que lo que sucede en ese rectángulo con luces de colores es algo que reconstruye un mundo real a base de movimientos y sonidos. Una broma. Pero los programas de bromas con desconocidos son un género que no desvanece y tienen mucho predicamento. Algunos telediarios y tertulias parecen una broma política barata, para no hablar de algunos programas futbolísticos.
La realidad nos va colocando bromas como trampas. Y nos supera con mucho el presunto suicidio de una enfermera británica que contestó a una broma telefónica de un programa de radio australiano, creyendo que al otro lado estaba la reina de Inglaterra. Una broma que dio la vuelta al mundo. Un supuesto suicidio que se está investigando. ¿Sufrir una broma d estas características te puede colocar en esa disyuntiva vital? Cuesta entenderlo, sea dicho. Las bromas de los imitadores de voz radiofónicos son constantes y algunas sonadas. Me acuerdo ahora de aquellos sonoros «mariconzón» de Fidel Castro cuando descubrió que no hablaba con Hugo Chávez sino con un imitador. El asunto de la enfermera está en manos de policía. Buena medida. Los autores de la broma, suspendidos de empleo y sueldo. Mala medida. Los anunciantes abandonando el programa de radio. Coacción, tan de moda.
El pasado día 6 hubo una concentración de la caverna convocada por Denaes, Fundación para la Defensa de la Nación Española que dirige Santiago Abascal, y como colofón al acto de exaltación española, con todos sus símbolos al viento, se cantó en versión de piano el himno español con letra, según dice la información facilitada en su web por la propia organización ultra: «del gran poeta vasco Jon Juaristi». Yo lo vi de refilón en alguna TDT, un suelto en algunos periódicos, pero está en las redes. La cosa se las trae. Y me parece que estos movimientos tan persistentes no son para tomarlos a broma. El camino hacia la extrema derecha de Juaristi es imparable. Pero si cuaja su letra, va a ganar pasta hasta hartarse.