Iñaki LEKUONA | Periodista
¿Dónde está Wally?
Yo estuve allí», reza el penúltimo post de Patxi Lòpez, escrito después del acto en el que se reunió con los altos cargos de su Ejecutivo. ¿Allí, dónde exactamente? ¿A qué lugar se refiere? Sea donde sea que se encuentre ese punto misterioso, no hay duda de que se sitúa a una considerable distancia de la realidad. Y de la honestidad.
Patxi podrá repetir cuantas veces quiera y a quien quiera escucharle que estuvo allí, si por ese lugar se entiende Lehendakaritza. ¿Que cómo llegó? Pues eso, manipulando la realidad social y política mediante un instrumento tan legal como poco democrático para proclamarse presidente con una ausencia total de honestidad, una virtud de la que sigue, por lo que se ve, careciendo.
«Este Gobierno no ha sido un paréntesis ni una anécdota pasajera», escribe, como intentando desdecir con absoluta deshonestidad a una realidad que, testaruda, apunta exactamente a lo contrario.
«Podemos mirar con orgullo», prosigue, «el cambio que se ha producido en Euskadi». ¿Cuál será ese cambio? ¿Dónde se esconde, que no se ve? ¿Tendrá a caso la desfachatez de atribuirse la decisión unilateral de la izquierda abertzale de emprender un proceso de paz y normalización política a través de un Estado que se dice de derecho y que está repleto de espinos retorcidos?
En efecto, Patxi López estuvo allí, en alguna parte. Pero como a Wally, hay que buscar mucho para encontrarle. Y eso sucede porque, entre otras cosas, igualito que el personaje de la camiseta a rayas, es difícil distinguirlo porque no se mueve. De hecho, se distingue por no haber hecho nada de nada. Se cierra el paréntesis. Se acabó la anécdota..