Maite SOROA | msoroa@gara.net
El nivel, bajo mínimos
Hace tiempo que el nivel medio de los opinadores del infraebro está a años luz de lo que se espera de profesionales del periodismo, o de lo que sea, pero profesionales. Escatología y comentarios de trazo grueso ocupan el lugar donde una esperaría encontrar sesudos análisis. Y como ejemplo de lo que se estila por aquellos pagos, traemos a esta lupa el comentario en «Libertaddigital» de Pedro de Tena, titulado «El acojonamiento nacional».
El tal Tena empieza explicando que «acojono es miedo, pero miedo paralizante, temor con estupefacción», para añadir que «los demócratas españoles, los que creemos en una nación común, la España constitucional; en un discurso moderno y racional con respeto a la verdad y a los hechos; en la necesidad de una representación digna y honesta que use los recursos comunes para el bien común; en el trabajo y el esfuerzo, no el delito, como medios de prosperidad; en la educación y la investigación como métodos de progreso y en determinados valores éticos como guía y sostén de la convivencia, estamos acojonados por las minorías que no creen en la democracia, sino que la utilizan como medio para fines ajenos a la convivencia de todos. Desde el nacionalismo separatista a la izquierda más rancia, incluyendo no pocos abducidos del PSOE, hacen lo que sale de los cojones, para seguir con el término, acojonando a la mayoría de los demócratas. El caso Wert es el síntoma inequívoco del acojonamiento de la democracia española». De «cojones» y «acojonados» va el asunto, ese es el nivel. Luego, el opinador de la derechona apunta que «frente al acojono, lo necesario no es el descojono» sino «recojonarse» para que «las mayorías dirijan la política nacional». Y pide una «reforma constitucional, una vez comprobada la deriva antinacional de los partidos nacionalistas, deriva contra la que este país ha luchado poniendo muchos muertos y sacrificando a muchos vivos, esperando un final feliz que no existe ni existirá». Lo que es difícil de comprender es que los estudios de este personaje tuvieran final feliz. Y para acabar, la traca: «evitemos ser pusilánimes, démosle tamaño y ley a la dignidad nacional y hagamos lo que se debe hacer. Recojonémonos de una vez y, aunque sabemos que las minorías seguirán ejerciendo su derecho a la protesta, lo cual es legal y legítimo y siempre lo ha sido, impidamos que sigan acojonando a la mayoría nacional». Qué pereza dan...