Los dos primeros puntos de control oficial entre Serbia y Kosovo -Jarinje y Merdare- abrieron ayer como fruto de un acuerdo auspiciado por la UE, aunque Belgrado rechaza reconocer la independencia proclamada en 2008 por su antigua provincia. Presionada por Belgrado, la minoría serbia de Kosovo acepta la presencia de representantes de Pristina en la región donde es mayoritaria y que escapa de facto al control de las autoridades kosovares. A cambio se les asegura que no se verán obligados a llevar documentos de identidad kosovares ni matrículas kosovares en sus coches.