Tras un año de relativa calma, Italia vuelve a asomarse a su crónica inestabilidad política e institucional. Los protagonistas, de nuevo, son los mismos: Silvio Berlusconi y Mario Monti, con el centroizquierda de Pierluigi Bersani aparentemente bien colocado para tratar de concretar su asalto al poder. El órdago de Berlusconi ha sido respondido con inusitada celeridad por Monti, que anticipa su dimisión en cuanto aprueben los presupuestos (si todo va «bien», en quince días). El adelanto electoral, aunque sea un adelanto mínimo, está servido. Cabe preguntarse ahora por lo que unos y otros pueden ganar en este aparente embrollo. Silvio Berlusconi tiene todo por ganar, porque el mero hecho de ser candidato le comienza a otorgar, una vez más, un escudo de impunidad contra los escándalos jurídicos y políticos que le acosan. Las encuestas no le auguran un futuro demasiado halagüeño, pero tratándose de Berlusconi, y de Italia, cualquier cosa es posible.

¿Y Mario Monti? Según informa «Il Corriere della Sera», Monti (al menos en privado) no rechaza de plano la posibilidad de presentarse a la pugna electoral italiana. Aunque necesitaría el apoyo de una lista electoral. Sin embargo, parece improbable que acepte bajar a la arena de una campaña que sin duda será encarnizada. Mario Monti podría tener un deseo oculto, un as bajo la manga. En este año de «Gobierno técnico», Il profesore se ha prodigado, sobre todo, en Europa. Nada más ser colocado en el cargo, después de que Berlín y París lograran hacer descabalgar a Berlusconi, Monti viajó a Bruselas, Estrasburgo y Berlín, se prodigó en discursos y reuniones en las principales capitales comunitarias y no paró hasta convertirse en actor principal en los consejos europeos celebrados desde su nombramiento. Y, aunque a veces diese la impresión de que chocaba con Angela Merkel y trazaba una especie de extraña alianza del sur con François Hollande y Mariano Rajoy, lo cierto es que la canciller alemana ha sido valedora y apoyo de Mario Monti, cuyo Ejecutivo Merkel ha buscado proteger y mantener.

Quien fuera conocido como «super Mario» durante su etapa de comisario europeo de Competencia, se encontrará en breve libre y sin compromiso, con una hoja de servicios impoluta para Europa (veremos si para los italianos, que deberán enfrentarse a unos recortes muy duros con los nuevos presupuestos) y con un perfil europeo («proeuropeo») reforzado. Justamente cuando la carrera para la sucesión de José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea (que tendrá lugar tras las elecciones al Parlamento Europeo de mayo o junio de 2014) está a punto de ser lanzada. Aunque no tenga una afiliación partidista, su perfil neoliberal sugiere que Mario Monti podría ser candidato del Partido Popular Europeo a presidir la Comisión Europea si este grupo gana en los comicios a la Cámara Europea.