GARA > Idatzia > Iritzia> De reojo

Raimundo Fitero

Bendiciones

 

El Papa ha usado twitter para bendecirnos. La verdad es que un hombre con inspiración divina y tan propenso al calambur ideológico y la prosodia metafórica no se ha lucido en su estreno. Ese «os bendigo desde mi corazón», es una reducción de su autoridad que puede interpretarse como un signo de debilidad en su liderazgo. Después ha escrito otro en donde aparece la palabra alegría en español. Bueno, eso es más juvenil, más para ponerse a cantar canciones de campamento. En cualquier caso una decepción. Sus asesores de comunicación no acaban de entender el valor de las redes sociales y deben seguir pensando que las carga o las retuitea el diablo.

Impactado por esta entrada brusca del papado de Benedictino XVI en un mundo virtual que se basa en secretos y mitologías tan aleatorias como los pilares de la Iglesia que capitanea, uno recibe imágenes de Venezuela viendo al gobierno venezolano en pleno, junto a cientos de miles de ciudadanos rezando por la salud de Hugo Chávez y acaba retorciéndose poseído por las dudas más razonables. ¿Qué puede hacer dios en una mesa de operaciones donde la ciencia intenta extirpar unas células locas, cancerígenas, de un cuerpo humano? Estos actos de superstición religiosa popular son gratuitos, no pagan arancel electoral, porque si se salva, es gracias a los rezos, y si no se salva es que dios lo ha querido. Y así se hacen sociedades inútiles, inservibles, manipuladas. Ciudadanos dependientes. Con twiter papal, con facebook monacal, con fax sindical o con sms gremial.

Así que ahora que nos bendicen por las redes, digamos algo sensato: en Uruguay están a punto de aprobar una ley de «matrimonio igualitario», y escucho la explicación de una diputada y la aplaudo. Es más, la bendigo por aportar lucidez. No es una ley de matrimonio homosexual o gay, es igualitario, todos los ciudadanos con los mismos derechos. Aplaudan. Es un detalle semántico de gran importancia. Entre otros pequeños detalles, se podrá usar en primer lugar el apellido de cualquiera de los dos miembros del matrimonio si tienen vástagos. Y otros matices que nos hacen confiar más en lo terrenal que en lo celestial.