Iñigo Urkullu plantea el inicio de esta legislatura como «un auténtico reinicio para Euskadi», es decir, un reset, un apagar y encender para que las cosas vuelvan a funcionar, pero el próximo lehendakari «olvidó» plantear un programa de gobierno a los parlamentarios que debían votarle para ser elegido. Hubo muchas apelaciones al acuerdo, pero sin definir cuál es la posición que defiende el PNV.

Según la interpretación jeltzale de la posición mantenida por Iñigo Urkullu, el futuro lehendakari esperará a tener los datos concretos de la situación económica en la que se encuentra la Administración autonómica antes de abordar un programa de gobierno institucional que presentará más adelante a la Cámara.

Tres retos

El candidato del PNV a lehendakari planteó tres retos para esta X Legislatura. El primero, un plan para la reactivación económica y un plan de choque por el empleo. El segundo, un acuerdo para la paz y la convivencia, que tenga como centro el Parlamento de Gasteiz, porque, a su entender, «no tiene sentido ya apelar a mesas de partidos ni puntos de encuentro extraños». Y el tercer acuerdo que propone es el de un nuevo estatus político, que reconozca la mayoría de edad de la ciudadanía vasca, pero que no definió qué bases debiera tener.

En relación al próximo presupuesto, Iñigo Urkullu defendió la necesidad de un acuerdo de estabilidad institucional y presupuestaria. No lo pidió como un cheque en blanco o un intercambio de cromos, sino como un ejercicio de corresponsabilidad.

También abordó Urkullu un capítulo titulado «reforma del sistema fiscal», en el que defendió «mantener y reforzar los principios de equidad, progresividad, neutralidad, transparencia y simplificación que todos compartimos». Pero volvimos a quedarnos sin saber en qué se concretan estas posiciones, puesto que las difirió a los marcos de encuentro que hay entre el Gobierno y las diputaciones forales.

El Gobierno más reducido

Urkullu sí anunció que tras su elección como lehendakari conformará el gobierno más reducido de la historia. Avanzó que contará con menos consejerías que los anteriores y cada departamento tendrá también una menor estructura. Además, se comprometió a reorientar y simplificar el sector público dependiente de las sociedades y organismos públicos de la CAV.

Concretó que «el compromiso de reducción de esta estructura se aproximará al objetivo del 20%».

Urkullu aseguró también que no va a rehuir ningún debate sobre la estructura institucional de la Comunidad Autónoma Vasca. Y señaló que «corresponde a este Parlamento avanzar en la aprobación de una Ley Municipal, así como plantear las reformas que se consideren necesarias, tanto en la legislación sectorial, como en la Ley de Territorios Históricos o la propia normativa estatutaria». Una vez más, el candidato del PNV dejó en manos de la Cámara el avance en acuerdos sin adelantar su propia posición.

Frente a la difícil situación económica, Urkullu se muestra optimista, cree que el país puede salir adelante y para ello anuncia un «gobierno de acción», que será «capaz de generar una nueva dinámica positiva de crecimiento e ilusión positiva». Frente a la disfunción actual entre las ansias de autogobierno de la sociedad vasca y la realidad del marco jurídico-político, Urkullu confía en la posibilidad de llegar a «un acuerdo entre diferentes». Para cada problema tuvo el candidato a lehendakari una mención en forma de búsqueda de acuerdos. Para todos menos para uno, la retirada de la paga de diciembre a los funcionarios, tema que ni citó.