Bueno, Bilbao Basket ganó y pasó invicto al Last 16, pero desde luego que la imagen ofrecida por los hombres de negro no fue la mejor. Hacía frío en la calle, pero parecía que la locura asociada al viento sur sopló por Miribilla, enrareciendo un partido en el que nada se jugaba, pero que acabó a trompadas.

A trompadas entre Matt Walsh -estrella y protagonista del partido, al lograr 27 puntos, 14 rebotes y 6 asistencias, pero que también falló el tiro libre final que hubiera podido llevar el partido a la prórroga, después de una absurda falta de Moerman a falta de 2,8 segundos- y varios miembros de la escuadra bilbaina -Hervelle, Moerman, Mumbrú, Rakovic, que «cazó» de lleno al exjugador de Murcia, Manresa y Saski Baskonia, entre otros-, en un bochornoso fin de fiesta de un encuentro que se fue enrareciendo conforme pasaban los minutos. Resultaba muy extraño ver a veteranos con la experiencia de Grimau o Alex Mumbrú perder completamente los papeles ante un Walsh que se relamió entre grandes jugadas y varias provocaciones, y compañeros suyos como el «rupestre» Riddick, que también acabarían con el termostato en rojo. La Ertzaintza tuvo que meterse en medio para evitar males mayores -aunque a Riddick poco pareció importarle ese detalle-. Al final, arrepentimiento por ambos entrenadores, la sangre que no llegó al río, y a la expectativa de que la Euroliga decida alguna sanción a cuenta del «pugilato» del final del partido.

En lo que al juego se refiere, ni Bilbao Basket se encontró durante los 40 minutos, ni el Spirou Charleroi apareció por Bilbo dispuesto a dejarse ganar porque sí. Los belgas saltaron más enchufados que los locales, y solo la calidad de jugadores como Zisis y sobre todo Hamilton -a pesar de que recibiera un golpe en el pulgar de la mano derecha en el primer cuarto- mantenía a los hombres de negro en un duelo sin ritmo ni concentración. Se dice que estos partidos suelen ser peligrosos porque las lesiones más graves aparecen fruto de la falta de tensión, pero ayer sobraron gestos y ademanes para la galería y faltó continuidad, mientras que Charleroi se agarraba a su opción de pescar en río revuelto.

Tensión innecesaria

El partido no pasará a los anales de la historia por su calidad, sobre todo porque ya desde el segundo cuarto se fue enturbiando. Fue precisamente esa falta de calma lo que hizo que el Spirou Charleroi se adelantara 16-27, tras un parcial de 2-17, y que llegara al descanso con una pequeña renta: 33-35.

Al regreso de los vestuarios, la defensa bilbaina mejoró, de modo que volvería a tomar la delantera, pero sin poder quitarse a los belgas de la espalda, que entre tretas y cambios a defensas en zona tras anotar incordiaban más de lo esperado. Con todo, gracias a unos buenos minutos de Pilepic, Rakovic o Hervelle, dando cobertura al buen partido de Zisis y Hamilton, parecía que Bilbao Basket, que rozó la decena de puntos de ventaja en el último período, iba a ganar sin mayores sobresaltos.

Pero estos estaban por llegar. Grimau perdió los papeles con una técnica y el duelo se igualó. Pero Walsh fallaría el tiro libre definitivo, y de su frustración, se armaría el Belén.