El Congreso español lleva poco más de un año de legislatura, y los electos de Amaiur ya han puesto en aprietos al PP las suficientes veces como para que a algunas y algunos se les hinche la vena. No están acostumbrados a tener oposición, y se revuelven como animales heridos. Esta vez, a cuenta del debate sobre las pensiones, en el que Sabino Cuadra le cantó las cuarenta al Gobierno, y ayer la derechona salía en tromba contra el sindicalista navarro. Así, en «La Razón», el columnista Alfonso Merlos aseguraba que lo ocurrido «traspasa todos los límites de lo retóricamente admisible en una cámara democrá- tica». ¿Ya sabrá el tal Merlos qué es una cámara democrática? Luego explica el por qué de lo inadmisible: «Primero porque los testaferros de ETA están reproduciendo comportamientos totalitarios. Segundo porque están manejando un lenguaje envenenado, cambiando el sentido de las palabras, tachando nada menos que de potencialmente criminal la política de Rajoy en relación a las pensiones». Nada menos, dice. Pues si oyera lo que dice la gente en la calle se le soltaría el nudo de la corbata. Luego, escandalizado, el columnista del diario carpetovetónico clama: «¡¿Qué demonios pintan los que han jaleado y alentado a una banda de pistoleros denunciando la imponderable inhumanidad de los sádicos recortes de la derecha?! ¡¿Se puede insultar más la inteligencia y golpear con más saña la ética de lo público?!». Se puede, se puede, hay quien lo hace en sus columnas todos los días.

De hecho, en el mismo periódico le dedicaban un apartado de la sección «Punto de mira», titulando «Los amigos de ETA tildan de `criminal' al Gobierno». «La Razón» se lamentaba porque «Amaiur protagonizó buena parte del debate sobre la convalidación del decreto de las pensiones», y señalaba que «el diputado Sabino Cuadra se permitió acusar al Gobierno de practicar una política `potencialmente criminal', que constituye `un caldo de cultivo para los suicidios' y que está caracterizada por `recortes sádicos'». Se permitió hacerlo porque para eso le han votado. Lo que les fastidia es que a Sabino cada vez le escucha más gente, también en aquellos pagos en los que no están acostumbrados a oír tantas verdades.