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CRíTICA: «El molino y la cruz»

El cuadro de los horrores recreado cinco siglos después

Mikel INSAUSTI

La tecnología al servicio de la innovación artística nada tiene que ver con las superproducciones que ponen esa misma maquinaria a espensas del espectáculo de masas. Pero aunque se hable menos de Lech Majewski, sus hallazgos creativos dejan en pañales a los del todopoderoso James Cameron, con el plus de que han sido desarrollados fuera de la industria y de forma totalmente autosuficiente. El multidisciplinar autor polaco funde lo pictórico y lo cinematográfico como nadie lo había hecho antes, ni siquiera el galés Peter Greenaway. Suya es la proeza de transmutar en un incomparable experimento audiovisual un ensayo del crítico de arte Michael Francis Gibson sobre el cuadro de Pieter Brueghel El Viejo «Camino del Calvario».

Alrededor de la idea de que una pintura, al igual que una fotografía, es una instantánea que congela la acción, Majewski ha reactivado ese tiempo detenido para desentrañar todo aquello que el pintor flamenco quiso reflejar en su obra. El resultado es un cuadro viviente en el que los numerosos figurantes son insertados digitalmente sobre unos fondos pintados por el propio Majewski, a la vez que los personajes principales participan en una dramatización que incorpora a Brueghel El Viejo en la interpretación de Rutger Hauer. La pantalla se convierte así en una tela llena de plasticidad, que ofrece las diferentes perspectivas conjuntadas por la mirada del hombre que abrió esta ventana al mundo en 1.564.

El artista se inspira en una tela de araña para buscar un equilibrio entre los distintos y variados elementos de la composición, reproduciendo un orden cosmogónico de acuerdo con la mentalidad de su época. La simbología religiosa es clave para entender la encrucijada cultural del siglo XVI, ya que el tema del martirio cristiano fue actualizado dentro de un contexto histórico marcado por la Guerra de los 80 años. Es una muestra renacentista y dantesca de los mismos horrores inmortalizados por El Bosco, incidiendo en la persecuión a la reforma protestante por parte de las fuerzas inquisitoriales del Imperio de Felipe II.

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