Análisis | escenario postelectoral en Catalunya
Una victoria estratégica (que) abre la puerta a un nuevo escenario político
Tras las recientes elecciones en Catalunya comienzan a asomar las líneas que marcarán a medio y largo plazo el futuro político del país. Pese a manipulaciones y distorsiones unionistas, en el panorama postelectoral los movimientos soberanistas ocuparán la centralidad política y social.
Txente REKONDO Analista internacional
El retrato que ha emergido tras las elecciones catalanas no es sencillo, fruto tal vez de la propia complejidad de «un país plural», pero al mismo tiempo ha dejado aspectos muy clarificadores.
La principal lectura es que una inmensa mayoría apoya el derecho a decidir y la consulta., y que la apuesta por un Estado propio catalán, en sus diversas formulaciones y después de que CiU haya suprimido parte de sus ambigüedades, obtiene la mayoría absoluta, mientras que el unionismo más recalcitrante logra un porcentaje muy minoritario.
Además, el electorado ha decidido virar hacia la izquierda reforzando las formaciones políticas de la izquierda nacional (no supeditada a partidos españoles), lo que obligará a CiU a moderar sus políticas neoliberales.
Eso a grandes rasgos, pero conviene desarrollar un poco más esa fotografía, para ver con nitidez que el frente a favor del referéndum de autodeterminación es de 107 de 135 diputados, pero dividido en dos bloques: los que están a favor de la consulta con autorización o no del Estado español (87 diputados de CiU, ERC, ICV, CUP) y quienes están a favor de la consulta pero con la reforma previa de la Constitución español (los 20 del PSC).
En cualquier caso, un respaldo ampliamente mayoritario que garantiza el impulso de la consulta, por una u otra vía.
A corto plazo puede haber un problema paralelo. Mientras dura el proceso hay que formar un Gobierno que haga frente a las duras condiciones económicas en el país. CiU tiene que liderar el proceso ya que ha ganado con mucha ventaja, pero ha roto todos los puentes con el único socio que podría pactar sus políticas neoliberales, que es el PP. Y los partidos de izquierda no entrarán en un Ejecutivo de recortes.
Algunos señalan que el escenario más previsible es que CiU sufra una división importante entre CDC y UDC, aunque es pronto para saber si será una ruptura total. Los esfuerzos de Duran i Lleida por reconducir la situación, frenar el proceso de autodeterminación y reconstruir los puentes con el PP han quedado dinamitados por dos cuestiones. En primer lugar, por los ataques directos contra Artur Mas en relación a temas de corrupción impiden al president reconducir las relaciones con el Gobierno español, al que se atribu- yen esas informaciones tildadas de especie de guerra sucia. En segundo lugar, por que pese a que los sectores más reaccionarios buscan sustituir a Mas, este está blindado por la victoria electoral y por unas bases cada vez más independentistas.
Las relaciones son cada vez más tensas con UDC, partido que se está fracturando y que ya ha abandonado su ala soberanista, liderada por el alcalde de Vic.
Así, lo más previsible es que se abra un periodo de transición de aproximadamente año y medio. El Gobierno en minoría de Mas tendrá el apoyo de ERC a cambio de suavizar su política de recortes, lo que puede suponer el incumplimiento del objetivo del déficit y una mayor confrontación con el Ejecutivo español.
La condición indispensable será la puesta en marcha para otoño de 2013 o primavera de 2014 de los mecanismos de la consulta que se está negociando. ERC apuesta por la primera opción para no tener que aprobar los segundos presupuestos de CiU, pero si el proceso sigue adelante no habrá problema. ERC podría sufrir cierto desgaste por este apoyo en favor de ICV y CUP, aunque hay quien señala que se podría haber pactado ya una especie de acuerdo para no desatar una guerra abierta y, de esta forma, salvaguardar un posible frente de izquierda nacional para el futuro.
Ahondando en ese probable escenario, el Parlament aprobará la petición de referéndum con los votos de entre 87 y 107 diputados y la enviará a Madrid. El Congreso la tumbará y acto seguido se aprobará la ley catalana de consultas, que el Gobierno español frenará impugnándola ley ante el Tribunal Constitucional (esto tiene un plazo de un año).
Entonces CiU, ERC, ICV y CUP realizarán una fuerte campaña internacional para pedir el amparo de la comunidad internacional y plantearán el desafío de la consulta. Casi con seguridad, el PSC se descolgará. Habrá que ver la respuesta del Estado español.
Un destacado periodista catalán apunta que «a partir de que la confrontación llegue a este punto es difícil predecir que pasará porque nadie en el Estado español lo ha intentado antes. Pero el proceso irá acompañado de una gran movilización social y se estudian movimientos de insumisión en múltiples ámbitos a la legislación española. La primera puede ser en las escuelas, negándose los maestros a aplicar la nueva ley de educación. Posteriormente se puede dar un proceso de insumisión fiscal...».
Desde Madrid, mientras, se ha querido dar la impresión que la bajada en votos de CiU desactivaría el proceso de autodeterminación. Pero no hay que fiarse de ese análisis. El resultado electoral ha anclado más que nunca el proceso porque CiU ha quedado muy condicionada por ERC y por la presión popular, especialmente por l'Assemblea Nacional Catalana y por l'Assemblea de Municipis per la Independéncia, que ya aglutina a la mayoría de ayuntamientos catalanes.
Aunque esto no quiere decir que los poderes fácticos hayan dado por perdida su involución.y no estén presionando para sustituir a Mas por alguien que frene el proceso. La batalla será dura, pero todo indica que las estructuras creadas para mantener el desafío de la consulta aguantarán.
La brutal caída del PSC y los últimos escándalos de corrupción, por otro lado, suponen la imposibilidad de pactos al estilo de la sociovergencia. Y aún más importante, por primera vez el primer partido de la oposición es independentista, ERC, lo que condiciona totalmente la situación política, y ha entrado en el Parlament una voz muy potente, la de la CUP, que conecta con sectores populares muy organizados en movimientos sociales, es decir, con la calle.
Y por primera vez también, la izquierda nacional que representan ERC, ICV y CUP son alternativa de Gobierno con casi un millón de votos, a solo unos 200.000 de CiU. Es verdad que a día de hoy tienen acentos diferentes pero su actual presidente de ERC, Oriol Junqueras, alcalde de Sant Vicenç dels Horts, ciudad del área metropolitana, está acostumbrado a crear frentes comunes y sumar.
Como apunta el citado periodista, «veremos si en un escenario de futuro no es descartable la creación de un frente nacional de izquierda sin la distorsión que siempre ha supuesto la mayoría socialista en este sector».