El ministro de Exteriores y viceprimer ministro israelí, el ultraderechista Avigdor Lieberman, presentó ayer su dimisión, tras su inculpación por abuso de confianza y fraude, a cinco semanas de las elecciones. En un comunicado, justificó la decisión en su deseo de «cerrar el caso rápido y sin demora» para «limpiar completamente» su reputación, después de 16 años de investigación judicial, ya que asegura no haber cometido «delito alguno».

El fiscal general israelí, Yehuda Weinstein, investigaba a Lieberman bajo la sospecha de que recibió millones de dólares de magnates de otros países como a través de empresas extranjeras mientras ejerció cargos públicos entre 2001 y 2008. El fiscal dijo carecer de pruebas para imputarle por financiación ilegal de sus campañas electorales a través de empresas-tapadera y anunció que solo le imputará por trabajar presuntamente para promover al exembajador en Bielorrusia Zeev Ben Aryeh sin informar de que este le había dado información sobre una investigación en su contra que se estaba realizando en la exrepública soviética. Estos hechos se remontan a 2008.

Lieberman confió en que los tribunales se pronuncien antes de las elecciones para poder seguir «sirviendo al Estado y los ciudadanos de Israel como parte de un liderazgo fuerte y unido que pueda lidiar con los retos de seguridad, políticos y económicos que afronta el Estado».

Lieberman concurre como número dos de Likud Beitenu, una alianza electoral entre su ultraderechista y xenófobo Israel Beitenu, y el derechista Likud, del primer ministro, Benjamin Netan- yahu. Los últimos sondeos dan a Likud Beitenu una cómoda victoria con entre 35 y 39 diputados; a los laboristas, entre 17 y 20, y el también ultraderechista Habait Hayehudi registraría un fuerte aumento, con hasta 16 escaños.