CRÓNICA | TOMA DE POSESIÓN DEL LEHENDAKARI
La emoción embarga a Iñigo Urkullu al alcanzar la cumbre de un jelkide
Iñigo Urkullu Renteria cumplió ayer el sueño de su vida y con la mano derecha sobre un ejemplar del Estatuto de Gernika y del Fuero Viejo de Bizkaia la emoción le embargó al alcanzar la cumbre de un jelkide, ser lehendakari de tres de los siete herrialdes del país y jurar el cargo arropado de sus familias, la personal y la política.
Agustín GOIKOETXEA
El rostro emocionado de Iñigo Urkullu, al jurar el cargo como lehendakari en un acto solemne en la Casa de Juntas de Gernika, mostró el lado más humano del nuevo inquilino de Ajuria Enea, al que siempre se le ha achacado falta de sentimiento en sus comparecencias públicas, justificado por una timidez extrema. En el climax de su vida, rodeado de sus dos familias, el de Alonsotegi reflejó en sus ojos llorosos la conmoción que le embargaba al pronunciar en euskara parte de la fórmula del juramento de José Antonio Agirre.
A pesar de ser católico practicante declarado, Urkullu se convirtió ayer en el primer jelkide que jura el cargo apartando Biblia y crucifico, pero no el primero de la era moderna que reniega de sus obligaciones de «lealtad a la Corona» española. Era el colofón a un acto protocolario, en el que la parroquia jeltzale se volcó con aires de revancha al saludar la llegada del lehendakari saliente y secretario general del partido con el que los burukides quieren restañar recientes heridas al grito de «español» y aupó a sus representantes institucionales.
Las reminiscencias religiosas aún estuvieron presentes en la hora fijada por el Parlamento de Gasteiz para el inicio de la jura y toma de posesión. Antes del ``Angelus'', llegó Iñigo Urkullu acompañado por su esposa, Lucía Arieta-Araunabeña, al que los cientos de jeltzales concentrados en el perímetro de la Casa de Juntas saludaron con entusiasmo, al contrario que habían hecho minutos antes con los representantes del Ejecutivo español en la ceremonia: el ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, y el delegado gubernamental en la CAV, Carlos Urquijo.
Por unos instantes, en plena calle, Urkullu dejó la mano de Arieta-Araunabeña y se dirigió hacia donde se agolpaban los militantes y simpatizantes del PNV, a los que saludó y se llevó la mano al corazón en repetidas ocasiones para darles las gracias por haber hecho posible su sueño, ser lehendakari. Muy expresivo fue también el diputado general vizcaino, José Luis Bilbao, que sonriente optó por mostrar el puño en sentido de victoria después de tres años y medio de gobierno del PSE.
El de Alonsotegi accedió al recinto a los gritos de ``ari, ari, ari, Iñigo lehendakari'' al encuentro de la presidenta de la Cámara autonómica, Bakartxo Tejería, y de su homóloga de las Juntas Generales de Bizkaia, Ana Madariaga, acompañadas por los cuatro integrantes de la Mesa del Parlamento.
En ese instante se produjo una de las anécdotas de la jornada, antes el sonido del carrillón al son del ``Gernikako Arbola'' y del ``Alkate soinua'' que iban a interpretar los txistularis que acompañaban a la comitiva, se colaron las estrofas de ``La Internacional'' que llegaban desde el exterior. Al principio el sonido no era muy nítido pero pronto, gracias al viento, adquirió gran protagonismo para sorpresa y desesperación de los responsables de la realización de la ceremonia, ansiosos porque alguna otra nota musical tapase a las ondas intrusas.
Tras el paseiíllo, en el interior de la Casa de Juntas, cerca de 300 invitados entre representantes políticos, sociales e institucionales aguardaban su llegada. Entre los presentes, una amplia nónima de cargos institucionales del PNV, el Ejecutivo saliente, los rectores de las universidades; los presidentes de Confebask e Iberdrola, Miguel Ángel Lujua y José Ignacio Sánchez Galán; el del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV), Juan Luis Ibarra; el Ararteko, Iñigo Lamarca; o los exlehendakaris, Carlos Garaikoetxea y José Antonio Ardanza.
Ibarretxe, en América
A quien se echó en falta fue al último lehendakari jelkide, Juan José Ibarretxe, a quien situaban ayer en Estados Unidos en uno de sus viajes vinculados a su faceta universitaria. A falta del de Laudio, a quien Patxi López desalojó en Ajuria Enea con el apoyo del PP, los hombres y las mujeres que jurarán el lunes como consejeros adquirieron gran protagonismo antes y después, con continuas felicitaciones por parte de los presentes.
Tejería dio por abierta el acto de jura y toma de posesión en Gernika, leyéndose el acuerdo refrendado por los votos de los 27 parlamentarios del PNV que designaron a Iñigo Urkullu como lehendakari. A continuación, salieron al recinto del emblemático roble, donde se vivieron los momentos más intensos para el protagonista principal, al que siguió la interpretación por parte de la banda de música de la Ertzaintza del ``Eusko Abendaren Ereserkia''. Posteriormente, aurresku de honor a cargo de tres dantzaris, uno de ellos una mujer, que fue otra novedad.
De nuevo, vuelta al salón de sesiones, donde Patxi López traspasó la makila de Gobierno a Iñigo Urkullu entre abrazos; posteriormente a traves de twiter el ya exlehendakari deseó suerte al nuevo Ejecutivo. Al levantarse la sesión, llegó una sesión fotográfica interminable con los presentes.