«Sinplistak», de Etxarte
Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual
Leyendo «Sinplistak», de Hedoi Etxarte (Iruñea, 1986), me acordé de «Hijos del agobio», de Triana. Y no es broma. Algo de eso hay también en el segundo poemario del poeta de Iruñea. Algo de los ochenta y de la incertidumbre que vivían aquellos jóvenes. He viajado con él desde que lo compré en la feria de Durango. De vez en cuando abro sus páginas y disfruto y sufro con algunos de sus pasajes. La realidad me escupe a la cara cada vez que lo hago, cruel, desnuda y tímidamente tierna a su manera. La rabia se esconde tras la distancia que toman las formas, las formas son objeto de estudio del contenido y, creo, que me conmueve lo que me transmite su poesía. -Dejo de escribir y vuelvo al libro-. -Regreso a la escritura con sabor agridulce-. El sabor que me dejan las palabras que hablan de esa «idea, cosa o animal» tan abstracto y personal que es el amor, de los personajes que toman relieve y se pasean por conceptos ideológicos, por una sociedad a la que miran con cinismo a veces, desde cerca y sin ningún tipo de pudor a la hora de enfrentarse al momento socio-político-cultural que transitamos. Una realidad que ficciona o tal vez una poesía que grita verdades dolorosas sobre cómo sobrevivimos a nuestro día a día, al desasosiego que se dispara ante los asuntos más prosaicos, más sencillos y complejos al mismo tiempo. Nada hay de simplista en su forma de expresarse, ni siquiera en lo que expresa. Nada hay de simple en hacer reír y, menos aún, mediante la poesía como medio. Y «Sinplistak» hace que nos riamos de nuestra «banalidad», de nuestras frustraciones, de nuestro yo perdedor. Estética e insurrección para tiempos inciertos. -Retorno a la lectura-.