Final del Cuatro y Medio
Una txapela para una década
Olaizola II ganó su primer título en 2002, año del debut de Bengoetxea VI, que busca estrenarse en la jaula.
Jon ORMAZABAL
Una txapela, ese es el regalo que tanto Aimar Olaizola como Oinatz Bengoetxea quieren como reconocimiento a sus respectivos décimos aniversarios. En el caso del delantero de Goizueta, 2002 supuso el inicio de la mejor trayectoria de un pelotari dentro de la jaula. Ese mismo año, en el que Olaizola II se impuso a Abel Barriola en una final disputada en el propio Frontón Ogeta gasteiztarra, un joven pelotari de apenas 18 años, recién proclamado campeón del Mundo en el Mundial de Iruñea, daba sus primeros pasos como profesional. Diez años después, la última final del año juntará a ambos en un duelo en el que uno buscará elevar su palmarés de la distancia a unos niveles inalcanzables para los que vengan por detrás, mientras que Oinatz Bengoetxea quiere refrendar con títulos esa sensación tan extendida de que la jaula es una modalidad hecha para él.
Aunque las estadísticas -ese «bikini» que a Bozidar Maljkovic muchas veces «no le dejaba ver lo sustancial»- no siempre sirven para dar con todas las claves, en el caso de Aimar Olaizola sí que valen para explicar ese favoritismo previo, que tendrá su reflejo en unos momios claramente decantados con el vigente campeón. Porque los números de Olaizola II en la jaula, su campeonato fetiche, son para asustar a cualquiera: desde que hace diez años debutara en la distancia -en 2001 una lesión se lo impidió-, el vigente campeón de las dos txapelas individuales ha jugado 44 partidos en el acotado de primera, consiguiendo 36 victorias, es decir, un extratosférico 81,81% de triunfos, que le han otorgado cinco títulos.
Efectividad plena
Pero esos números que parecen inmejorables alcanzan la perfección si nos circunscribimos a las finales, donde lleva un 100% de efectividad, con cinco triunfos en otras tantas participaciones.
Pero es que, además, esas excelsas estadísticas no se pueden limitar al Cuatro y Medio. Desde que hace dos años regresara a las canchas, una vez superada esa gravísima lesión de rodilla, Aimar Olaizola ha alcanzado su mejor momento como profesional. Ha sabido amoldarse a esa novedosa forma de juego impuesta por pelotaris como Martínez de Irujo, juega más agresivo, y atraviesa por un momento en el que se está acercando mucho a la perfección. En estos dos últimos años, el goizuetarra ha vencido el 70% de los partidos disputados, elevando esa efectividad al 81,64% si los choques son de campeonato.
Por ese lado, Oinatz Bengoetxea no tiene un pasado en el acotado al que asirse. Pero sí que, en cierta medida, esta final viene a cerrar una especie de círculo. Tras estrenarse muy pronto en la final del Parejas -en 2005, cuando perdió junto a Rubén Beloki-, su triunfo en el Manomanista de 2008 empezaba a quedar ya lejano en el tiempo y, en su décimo aniversario como pelotari profesional, completa su presencia en las tres finales, algo que no se encuentra al alcance de cualquiera.
El precedente de la liguilla de cuartos tampoco corre a favor del de Leitza, que cayó derrotado por 22-13 en un partido igualado solo en su primera parte, en el que el campeón refrendó su estatus. Pero las estadísticas están para romperlas y Bengoetxea sabe que, a un partido, es capaz de ganar a cualquiera. Lo ha hecho los dos últimos años en el acotado de Nafarroa y ¿qué mejor momento que hoy para hacerlo en el absoluto?
Los dos aplazamientos han enfriado algo el ambiente, pero se espera que el Ogeta registre un lleno absoluto y se confía en que los distintos problemas físicos de uno y de otro no condicionen la final.