«El objetivo de la salvación está muy bien encaminado y vamos a volver a replantearnos este objetivo». Lo decía Aitor Etxaburu al término del partido contra el Aragón, que servía para cerrar la primera vuelta en una posición privilegiada, sexto empatado a 15 puntos con el propio Aragón.

La pasada Liga el Guadalajara, que marcó la línea que separaba la permanencia del descenso, se salvó con 18 puntos, y con esa cifra ningún club ha descendido de la Liga Asobal en las 12 últimas temporadas, las que se llevan jugadas en el siglo XXI. Es más, en siete de ellas han bastado menos puntos para salvarse.

Con este panorama, Anaitasuna no es que pueda, es que debe y necesita plantearse nuevos objetivos. Quedan 15 partidos de Liga, la plantilla ha demostrado una mejora en su rendimiento -fruto seguramente de que el grupo está más compensado que el año pasado, de que la experiencia ayuda, y también de que el descenso de nivel de la Liga ha beneficiado al club navarro-, y se puede plantear con naturalidad un reto más ambicioso para mantener la tensión competitiva de la plantilla y a la vez calibrar sus potencialidades.

Respecto a la primera vuelta de la pasada temporada, Anaitasuna ha sumado 4 puntos más (de 11 a 15) y ha encajado tres derrotas menos. De sus seis derrotas cuatro las ha encajado con los cuatro primeros de la clasificación, y las otras dos fuera de casa. Ha marcado casi los mismos goles que entonces (403 en lo que va de temporada, 399 entonces), pero ha encajado 47 menos (3 de media por partido), y junto a los cuatro de cabeza es el único club que lleva menos de 400 goles en su contra.

Los números apoyan su imagen de equipo en progresión, y además cuenta con un incentivo extra, la excelente asistencia a las gradas de su pabellón, que en más de una ocasión se convierte en un factor desequilibrante en partidos igualados.

Mirando a la segunda vuelta, que comenzará el 2 de febrero -después del Mundial-, hay varios elementos a tener en cuenta. Para empezar, el calendario reservó a Anaitasuna un comienzo complicadísimo contra los cuatro mejores equipos de la Liga. El saldo en la primera vuelta fue de cuatro derrotas, a las que se unió una quinta en la salida a Guadalajara. Cero puntos en 5 jornadas no desanimaron a los de Etxaburu, que sumaron 15 de los 20 puntos siguientes.

En febrero podría pasar algo similar, y hay que estar preparados para ello, aunque un factor puede modificar el escenario. En esas fechas los cuatro rivales del Anaita estarán metidos de lleno en competición europea y, salvo el Barcelona, con encuentros decisivos. Esto obligará a Anaitasuna a jugar tres partidos entre semana (sus visitas a León y Logroño, y ante el Atlético de Madrid en Iruñea), pero sus rivales pueden acusar el sobreesfuerzo, en algunos casos de sus jugadores que hayan disputado el Mundial, y en todos ellos de los dos partidos cada semana.

Anaitasuna viajará a León unos días antes de que Ademar reciba al Montpellier francés (el 10 de febrero) en un partido en que ambos se juegan la única plaza libre en el Grupo A para clasificarse para los octavos de la Champions, y lo mismo pasará la semana siguiente, en que el Atlético de Madrid visitará Iruñea entre dos choques por el mismo objetivo contra el Celje esloveno y el IK Sävehof sueco.

Por último, el Naturhouse es el único club de la Liga Asobal que ha accedido a la liguilla de octavos de la Copa EHF, y tiene que jugar tres partidos europeos en febrero (y otros tres en marzo, casi dos meses a dos partidos por semana). Entre el Göppingen alemán y el Eskilstuna sueco tendrá que recibir a Anaitasuna en Logroño y podría acusar la sobrecarga de partidos.

Quizá suene al cuento de la lechera, pero a Anaitasuna no le queda otro camino que probarse a sí mismo hasta dónde puede llegar. Y el 7º de la pasada Liga (Naturhouse) está en Europa.