Crónica | Teatro-danza de la función atena
Discapacitados muy capaces recrean el mito de Dorian Gray
El tópico de que el arte supera todas las barreras se pone a prueba en Baluarte de Iruñea. Sobre el escenario, personas con síndrome de Down, parálisis cerebral y otras discapacidades intelectuales. Bailarines con formas inverosímiles, actores con expresividades inesperadas... Una hora después, la sala repleta aplaude a rabiar.
Los síndromes de Down han sido definidos como esas personas un segundo más lentas que el resto. Otras discapacidades, por contra, generan una notable hiperactividad. Los afectados por el síndrome del maullido de gato se caracterizan por las disfunciones en la coordinación. Los paralíticos cerebrales, por la rigidez de los movimientos y ciertos tics incontrolables. Los autistas, por sus dificultades de interacción. Así que solo a personas muy entusiastas -al principio de todo alguien habría dicho que muy ilusas- se les ocurriría crear con ellas una compañía de danza-teatro. Y sin embargo, existe, y con ello se prueba que todo es posible en la vida cuando se combinan ilusión y trabajo y se dejan de lado estereotipos y pesimismos.
Lo prueba en Donostia Verdini Dantza Taldea y en Iruñea la compañía de la Fundación Atena, creada en 2001 sobre una base: el arte como terapia para la discapacidad. Todo se cuece durante semana en una bajera en Azpilagaña por donde pasan alrededor de 120 discapacitados, de entre 4 y 78 años. Decir que aprenden danza, teatro, música o maquillaje se queda muy corto. Aprenden sobre todo a valorarse y ser valorados, a concentrarse, a esforzarse, a colaborar, a reír cuando toca -que es casi siempre- y a sufrir de vez en cuando -levantar de la nada once coreografías no es sencillo-.
El objetivo de la Fundación va mucho más allá de la escena, pero de vez en cuando todo ese trabajo se pone en el escaparate público mediante su compañía. El domingo estrenaba en Baluarte su tercer montaje, ``Mi alma en lienzo'', basado en ``El retrato de Dorian Gray'' de Oscar Wilde. Diseñar y ensayar cada nuevo espectáculo es un trabajo muy arduo. La dificultad añadida de este caso se constata cuando se ve salir a los bailarines de los camerinos, ya vestidos de calle. Hay que armonizar formas muy distintas, cuerpos que parecen imposibles para la danza, ritmos muy extremos -desde el más rápido hasta el más lento-, expresiones imperfectas -aunque, ¿qué es perfecto?-... Sin embargo, a donde no llega el físico sí llega el alma. Y además cada función descubre dotes artísticas que han permanecido ocultas: por ejemplo, el potente sentido del ritmo musical de los síndromes de Down (ahí está la experiencia exitosa del grupo Mochila 21, apadrinado por Enrique Villarreal, El Drogas).
Los artistas son distintos esta vez, pero las mariposas en el estómago, las mismas de cualquier estreno. Es lógico, sale a escena el trabajo de muchos meses. Las entradas se han agotado hace días. Y los camerinos son un frenesí total con 30 actores y bailarines atropellándose.
«Más que un montaje»
Aunque las fechas puedan invitar a ello, que nadie espere una obra benéfica en la que aplaudir por compromiso. El espectáculo es moderno y evocador. Suena Bobby McFerryn primero, Vivaldi después, y Nyman, y Sarasate... Beñat y Mikel danzan como niños, los niños eternos que en realidad son, recreando la infancia de Dorian Gray. Diego (Dorian) pone toda su enorme expresividad al servicio del protagonista en su búsqueda de la eterna juventud. Guillermo pinta el retrato. Juan Carlos aparece en escena como el diablo tenebroso a quien Gray venderá su alma. Hazel, Fabiola, Eneko, Josefina, Iker... son todos discapacitados, pero todos capaces de llevar a las butacas la historia de Wilde, de una manera que jamás se ha visto. Y al final, Saioa, otro torbellino en las tablas, el amor salvador para Diego-Dorian, que estrella su retrato contra el suelo con rabia para romper el pacto maldito.
Una hora después, ovación cerrada al caer el telón. No solo ha sido más que una obra navideña, sino también «más que un montaje artístico. Supone para sus protagonistas culminar un reto, romper barreras, demostrar sus capacidades e integrarse plenamente». Continuará.
Izaro IZU