Un año después de la retirada de las tropas de EEUU de Irak, este país sigue desangrándose en una espiral de violencia. Casi una década después de aquella guerra con una «victoria segura», la destrucción y la muerte son diarias. Lo que vino después fue el descenso a un caos destructivo por un periodo largo de tiempo. Siria presenta analogías preocupantes con lo que sucedió en Irak. La historia quizá no se repite, pero sí rima. En Irak «las armas de destrucción masiva» fueron la excusa, y en Siria «el uso de las armas químicas» es la línea roja infranqueable. El secretario general de la OTAN repite que el régimen sirio está al «borde del colapso» y que la «insurrección» tiene la victoria asegurada. Las informaciones se fabrican para hacer de ese deseo una «verdad».

Pero la guerra en Siria va derivando hacia una «guerra santa», que azuza las diferencias sectarias donde todos los poderes regionales mueven sus hilos. Eso mismo ocurrió en Irak, y sigue ocurriendo sin perspectiva de solución. La guerra se sabe cómo se empieza pero nunca cómo y cuando termina. En Siria e Irak, el final de la guerra no es «cuestión de tiempo». Por desgracia, habrá guerra por un largo periodo de tiempo.