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Raimundo Fitero

Material

 


A Gilberto Gil, cuando era ministro de cultura en Brasil, le escuché por primera vez el concepto de «patrimonio inmaterial» para referirse a muchos de los valores culturales que puede disfrutar el ser humano y que no se puede pesar, ni medir, ni cuantificar en términos de mercado. Desde entonces la UNESCO se ha dedicado a declarar cada año, unas decenas de patrimonios inmateriales de la humanidad. Son tantos los nombramientos, que llegará un día en la que todo será patrimonio de la humanidad, como en una mirada más natural debería ser. Lo que sucede es que yo puedo entender como inmaterial «el flamenco», pero los patios de Córdoba, que son una preciosidad, si algo son, son materia, espacio, paredes repletas de macetas con flores. Olores.

Coincide esta adjudicación universal de un valor añadido a un espacio arquitectónico de raigambre cultural, una tradición mediterránea que ha sido bendecida por las tres religiones monoteístas, con la muerte del gran arquitecto, del gran creador de ciudades, del culto a la materialidad, al cemento armado, utilizado como un fundamento para sustentar las curvas, no lo rectilíneo. Óscar Niemeyer, a dos días de cumplir ciento cinco años, ha desaparecido, y nos deja uno de los legados más importantes dejados por un artista, por un creador, por un hombre que logró llevar sus ideas políticas a sus planos, que encontró un socio político para convertirlo en una ciudad, y esa ciudad es Brasilia, un lugar inventado, un diseño para hacer una capital administrativa y política que se ha ido transformando en una ciudad vital, vivida, en la que todos los edificios nos van dando señales de una concepción del mundo, de otras maneras de entender la belleza, la arquitectura, la convivencia.

Esperemos que ahora las televisiones nos ofrezcan documentales sobre Niemeyer, sobre su obra, ya que ha influido mucho en la materialización de barrios nuevos creando una nueva idea del urbanismo. En Brasilia, el comunista amoroso diseñó una catedral moderna, una joya arquitectónica. Sus ideas de hace cincuenta años eran futuristas y hoy siguen sorprendiendo. Su mayor suerte es que pudo ver plasmado todo lo que imaginó.

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