El entorno txuri urdin irradia optimismo: 25 puntos, séptimos, a un paso de entrar en los puestos europeos, todo ello gracias a un juego llamativo y eficiente, que permite superar a los rivales y sobreponerse a situaciones adversas. Un estado de ánimo que viene como anillo al dedo, pese al parón navideño, para afrontar un desplazamiento complicadísimo el próximo 6 de enero.

Desde la 2003-04 la Real no gana en el Santiago Bernabéu, un escenario inasequible para casi todos los rivales, a excepción del Barcelona, en los últimos tiempos, pero en el que habrá que ver qué ocurre tras toda la marejada surgida con la suplencia de Iker Casillas. Lo cierto es que el choque no puede llegar en mejor momento para los intereses guipuzcoanos y en el peor para los merengues.

Máxime cuando, restando dos semanas para su celebración y sin competición que echarse a la boca, van a ser abundantes los ríos de tinta y especulaciones dentro del asfixiante círculo mediático que rodea a la escuadra merengue. Cuanto más se hable del enrarecido vestuario blanco menores serán las referencias al buen momento de forma de la Real y, por tanto, mayor puede ser la capacidad de protagonizar una campanada por los de Montanier.

De hecho, todo apunta a que la cita en el coliseo merengue va a convertirse en un auténtico plebiscito sobre la figura del actual técnico madridista, Jose Mourinho, siempre y cuando todavía conserve el cargo a esas alturas. Habrá que ver si la ruptura entre detractores y partida- rios del estilo del preparador luso se hace todavía mayor y si el cuadro txuri urdin puede sacar partido de tal fractura.

Tensionar buscando la salida

La teoría más aplaudida tras la decisión de relegar al banquillo al portero titular de la actual selección campeona del mundo es la de que Mourinho está dando pasos para acabar con la paciencia de la junta directiva merengue presidida por Florentino Pérez y forzar su salida, teniendo en cuenta que su compromiso se alarga hasta 2016.

Con su habitual tono, el entrenador portugués señaló, tras aterrizar en su país para disfrutar de las fiestas navideñas, tener «la conciencia tranquila» por la decisión, mientras que el directamente afectado asumió la situación, confirmando que «me encuentro bien, lo intuía y hay que acatarlo». La Real, con un ambiente diametralmente opuesto, espera dar la sorpresa.