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«¡Rompe Ralph!» entretiene mucho y resume la historia de los videojuegos

Desde que Disney adquirió Pixar las cosas están cambiando a gran velocidad en el estudio fundado por el tío Walt, gracias a la influencia inventiva de John Lasseter, indiscutible rey de la animación en las últimas décadas. Olvídense de las princesitas y los niños buenos, porque en «¡Rompe Ralph!» el héroe de la función es el malo. Habrá a quien le cueste asimilar semejante inversión de esquemas morales, pero el logo de la gran D se ha modernizado que da gusto.

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Todo apunta a que «¡Rompe Ralph!» va a ser la película estrella para el público familiar en la cartelera navideña, lo que confirma la hegemonía de Disney en el cine de animación. El estudio de Burbank se ha puesto a la última gracias a la adquisición de Pixar, asegurando su renovación de cara al futuro. «¡Rompe Ralph!» es la prueba más palpable del salto evolutivo dado por la compañía del tío Walt, ya que cuando era un proyecto iniciado a finales de los años 80 tenía como héroe a Félix, protagonista de un videojuego de construcción de edificios. En la lógica de tan tradicional empresa sólo podía destacar el personaje positivo, y ese no era otro que el reparador que levantaba lo que el demoledor destruía. Con la entrada de John Lasseter y su radical cambio de ideas, el guión se transforma por completo para que Ralph, hasta entonces personaje negativo, pase a ser el nuevo héroe de la demolición.

Destruir conlleva una actitud muy punk, lo que no impide que el demoledor Ralph consiga superar la discriminación de que es objeto frente al reparador Felix. El consiguiente mensaje aboga por la búsqueda del equilibrio en un mundo mejor compensado, donde cada cual vaya a cumplir con su cometido, y si hay que demoler la cuestión reside en hacerlo a conciencia. Los que realizan las películas no tienen por qué ser necesariamente los buenos del negocio, mientras que los que las critican hayan de quedar como los malos. Se trata de que unos y otros cumplan honestamente con su respectiva labor.

La sublevación de Ralph contra el esquemático maniqueismo de los videojuegos sirve de motor para un viaje a las entrañas de esta modalidad del entretenimiento de masas, que repasa sus treinta años de historia, con casi dos centenares de figuras inspiradas o directamente sacadas de los videojuegos más famosos, ya sean para niñas o para amantes de la acción.

Estreno

Título original: «Wreck-It Ralph». Dirección: Rich Moore. Guión: Phil Johnston, Jennifer Lee, Rich Moore y Phil Reardon.

Producción: Clark Spencer. Música: Henry Jackman. Montaje: William J. Caparella. País: EEUU. 2012. Duración: 101 minutos.

Treinta años de videojuegos

Mi total desinterés por los videojuegos ha hecho que me lleve una morrocotuda sorpresa al ver «¡Rompe Ralph!». Gracias a la película, porque de lo contrario no me entero, he caído en la cuenta de que los videojuegos llevan ya tres décadas en funcionamiento, desde los años 80 hasta la actualidad.

Disney siempre se las arregla para encontrar argumentos que interesen por igual a niños y mayores, y en los videojuegos ha dado con una forma de comparar los que conocieron los padres en su adolescencia y los que tienen a su alcance ahora los hijos.

Se sigue la evolución desde los juegos de 8 Bits hasta la actualidad, desde el elemental «Pac-Man» o «Super Mario Bros» a los de última generación virtual que imitan el cine de acción real. M. I.

Estreno

Dirección y guión: Robert B. Weide. Fotografía: Neve Cunningham, Anthony Savini, Nancy Schreiber, Bill Sheehy y Buddy Squires. País: EEUU. 2012. Duración: 113 minutos.

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